La lengua y cultura italianas, por lo menos en las provincias donde los italianos generaron desde fines del siglo XIX el más alto porcentaje de población de origen extranjero, deben sin dudas ser consideradas por la nueva ley de educación de Santa Fe, como lengua de estudio obligatorio en la escuela pública, junto a otra lengua extranjera y la originaria que se determine incluir. Al respecto, huelga enumerar los factores de índole sociohistórica, pero sí conviene recordar que es la lengua de la segunda ciudadanía de muchos argentinos actuales y seguirá siéndolo en el futuro, dado el incesante requerimiento de doble ciudadanía que se viene verificando desde las últimas tres décadas a esta parte. Es decir, la enseñanza del italiano se trata ya no de un servicio educativo que debe quedar encriptado como hoy en un reducidísimo grupo de escuelas públicas y privadas, sino que la necesidad de saberlo ha cobrado una dimensión tal que debe ser satisfecha por la educación pública. Los procesos históricos marcan el pulso de la realidad, nuestra lengua nacional es el español de variante rioplatense por ese motivo; del mismo modo, el italiano y las culturas regionales de Italia, se han ido sumando, fusionando, incorporando sistemáticamente en la cultura nacional desde sus sonidos, sus vocablos, sus tradiciones populares, de suerte tal que hoy sería imposible hablar de la cultura argentina, sin apelar a numerosas raíces italianas. Estos argumentos aquí tan brevemente expuestos, no se pueden ni deben pasar por alto al momento de elegir qué otra lengua de estudio obligatorio debe incorporarse a la ley de educación de Santa Fe: la lengua de inmigración (el italiano); categoría sociolingüística diferente de otra lengua extranjera y de las originarias, cuya inclusión considero también necesaria y meritoria, en función de dar cumplimiento al fin de plurilingüismo consagrado por todas las propuestas educativas modernas.