El inolvidable actor Charles Chaplin usaba frases como ésta: "nunca te olvides de sonreír porque el día que no sonrías será un día perdido". La venerada madre Teresa de Calcuta recordaba "la paz comienza con una sonrisa". Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes (alias "Cantinflas"), con su incomparable gracejo nos decía entre sonrisas: "la primera obligación de todo ser humano es ser feliz y la segunda es hacer felices a los demás". ¡Cuánta razón tenían estas celebridades! Esbozar una sonrisa provoca resultados extraordinarios. Requiere sólo el movimiento de algunos músculos faciales. Sonriendo se puede pedir o exigir perdón. Con una sonrisa se desarma buenamente a quien intenta discutir un tema espinoso. El sonreír afloja tensiones y transmite paz. Las criaturitas son sabias: nos devuelven sonrisas con sonrisas. Sería muy bueno intercalar un gesto amable, de aproximación y sin segundas intenciones con el malhumor que nos aqueja habitualmente. Esta medicina gratuita de la sonrisa me recuerda al movimiento "Slow Food" surgido en Europa y Estados Unidos. Consiste en preguntarse por qué nos hemos acostumbrado a comer velozmente en casa, en el trabajo, caminando, parados frente a un mostrador. Se transforma un acto placentero en una pelea entre organismo y cerebro: no es bueno comer en medio del ruido, de llamadas telefónicas, de nervios, de planes laborales, leyendo un diario a las apuradas. Se revoluciona todo y no se gana absolutamente nada. De ahí el surgimiento del Slow Food: cuando se come debe hacerse lentamente, sin ansiedad, dando tiempo a la digestión y jugos pancreáticos. No existen llamadas telefónicas ni pantalla televisiva. Se busca un ambiente adecuado y se habla de persona a persona mientras la masticación marcha normalmente. Pensemos en estas dos medicinas gratuitas que pueden resultar muy útiles en la ajetreada vida actual.