Los jugadores de River Plate se ganaron el mote de "gallinas" en el año 1966, después de perder la final de la Copa Libertadores ante Peñarol de Uruguay, por 4 a 2. Partido que inicialmente iban ganando. Tal vez a raíz de un River "gallina", se fue gestando en Boca un componente complementario en su identidad: si River es "gallina", es decir, cobarde o pasivo, Boca asume un rol más valiente y activo. Sobre este eje activo-pasivo se habría producido en Boca, en las últimas décadas, cierto paternalismo exitista sobre su clásico rival. Una verdadera inyección de confianza y fe triunfalista. Pero, en los últimos años, en River, la cosa comenzó a virar, de la mano de su nueva dirigencia y de su talentoso técnico Marcelo Gallardo, que hasta prestó el significado de su simbólico apellido para consumar la hazaña: "gallardo" implica "valiente y decidido", precisamente algunas de las virtudes que le trasmitió al plantel. El River de Gallardo devino un River "gallardo". Entonces, el problema se le presentó al conjunto xeneize debido a que su fe no estaba basada en sus propios recursos, sino que dependía del papel pasivo que el equipo millonario ocupaba en su imaginación. Su partenaire le cambió el rol tradicional pasivo por uno totalmente activo y avasallante, y lo dejó en un offside metafórico. Boca, al mirarse en el espejo de un adversario que ya no existía, terminó desdibujado y derrotado, y sufrió el más duro revés de su historia. Que se sumó a otros también graves en clásicos disputados en los últimos tiempos. Existe una analogía con la mujer en su papel tradicional pasivo frente al hombre, y su novedoso rol activo a la par de él. Este cambio descoloca a muchos hombres que, todavía influidos por la cultura machista, descubren con impotencia que sus herramientas anteriores ya no funcionan con la nueva mujer. Boca, al igual que los hombres machistas, desplegó la vieja receta y procuró reconducir a River a su posición previa, para reafirmar su identidad en crisis, pero los millonarios –al igual que las mujeres liberadas del yugo machista– ya no regresaron a su anterior sumisión. Esto quedó claro en la última final de la Copa Libertadores, en donde River, otra vez con la adversidad en contra, logró remontar el resultado y ganarle a su archirrival ese codiciado certamen.