En los registros del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, hay un repunte de la economía: "Brotes verdes", pero en la calle no se percibe. De ser así, esto avanza al estilo de la canción "Despacito". En otra sintonía, se ubican diputados y senadores, quienes se beneficiaron con un incremento promedio del 47% en su dieta, gastos de representación, desarraigo y pasajes. Mientras tanto, algunas provincias se endeudan con tasas de interés anual en dólares que van del 8 al 10%. El Estado gigantesco, la presión fiscal, directa o indirecta, imposibilitan la competitividad de la industria privada. ¿Quién sostiene esto? La porción de la economía formal, que paga y continuará pagando impuestos porque los contribuyentes impositivos no están organizados a diferencia de los beneficiarios del gasto público. No esperemos una hecatombe para llevar adelante una reforma fiscal específica que comprenda cada sector de la economía, bajando costos, porque como decía un economista, "en Argentina, el pánico disciplina".