Cristina totaliza casi una década en el poder. Durante los ocho años en que fue presidente logró aumentar la pobreza, y la volvió a aumentar ahora, como vicepresidente. No puede ser casual. Evidentemente que esto obedece a un plan pergeñado por ella. Sin embargo, a juzgar por los votos y apoyos que mantiene el kirchnerismo, principalmente en los distritos metropolitanos más carenciados, la pobreza sería en la Argentina, un estado mucho mejor de lo que nos imaginamos. Tal vez los pobres siguen votando al kirchnerismo porque están agradecidos. Tal vez contar con tiempo libre y subsidios sea una bendición para mucha gente, que ya no sufre el estrés de perder el empleo o la empresa, ni otros flagelos de la vida moderna. Aparentemente no comprendimos a Cristina: ella no habría manifestado su proyecto para no inquietarnos y evitar, de esa manera, que se activen nuestras naturales resistencias a ser pobre. Así, su loable objetivo de sumergirnos a todos por debajo de la línea de pobreza, para que de una buena vez dejemos de sufrir, no perdería eficacia. Tal vez ella mantiene el secreto porque considera que nosotros no tenemos la suficiente madurez para valorar las ventajas de ser pobre en la Argentina. Propongo que seamos comprensivos y que esperemos unos años para ver si su original plan se cumple. Mientras tanto, sería bueno que nos relajemos y vayamos entregándonos en cuerpo y alma a la pobreza. Total después, Cristina y los muchachos de La Cámpora van a cuidarnos, sólo a cambio de nuestro voto. De ese modo, gracias a ella, seremos siempre pobres pero felices.