Como lo he afirmado en otras ocasiones, nosotros como sociedad organizada comenzamos a subir a un tobogán de desprestigio y decadencia a partir de 1966, cuando un golpe militar desplazó al gobierno democrático y constitucional de Arturo Umberto Illía. A partir de dicho año perdimos la brújula de la convivencia. Educación Pública de calidad, trabajo masivo y bien remunerado, seguridad garantizada por el Estado y esfuerzo compartido e individual para alcanzar un proyecto de vida, de familia y prosperidad. Hoy, como vemos, todo se encuentra a la vista para saber que nuestra Nación se halla literalmente aniquilada por varios factores que son horrendos. Sin ninguna perspectiva de progreso, y repartiendo sólo miserias que sólo multiplican otras miserias. Con jóvenes de entre 20 y 40 años en su gran mayoría, que desean alejarse de este infierno, porque se dan cuenta que su frustración arruinará sus vidas para siempre. Y además notan un Estado atestado de alquimistas, trepadores y ñoquis que ganan fortunas, que no los representan, porque todo encaja en la mentira, la hipocresía, la desidia y la injusticia generalizada.