Desde hace años los litoraleños estamos sufriendo las consecuencias de las quemas en las islas entrerrianas y demás islas aledañas. Observamos desesperados el asesinato de animales y plantas y cómo el desastre ecológico pronto hará estragos en nuestra salud. En breve no habrá agua y todos moriremos como corolario de la ausencia del agua o bien de cáncer de pulmón por aspirar el humo enrarecido. Participamos impotentes ante la inacción, ineficacia y corrupción de los funcionarios públicos que ya sea por incapacidad o por sus propios intereses creados actúan en complicidad con el poder judicial y nos matan lentamente, mueren los carpinchos, los peces, los pájaros y nosotros moriremos también. La pandemia parece favorecerlos, todo quedará excusado por el famoso virus, no podés moverte de tu casa, ergo, no podés protestar. Es tan obvio que nos están asfixiando -figurativo y literal-. El Estado no te cuida, si te cuidara no hubiese robado durante años y evitaría el ecocidio sirviéndose de todas las herramientas posibles para castigar a estos asesinos diabólicos y psicópatas que con una impunidad obscena nos arruinan el cuerpo y las ganas de vivir. Creo que la única solución será sostener las protestas pacíficas aunque parezcamos David contra Goliath -les recuerdo que ganó David- y esperar el castigo de la historia y para los que creemos, sabemos que estos enfermos, Nosferatus del poder, volverán al mismo lugar de donde salieron, el mismo infierno.



























