Imusa, una penosa realidad
Imusa, una penosa realidad
Toda consecuencia tiene una causa eficiente que la origina. Existe una conexión lógica y una interdependencia intrínseca entre causa y efecto. Ochenta perros cautivos o recluídos en el Instituto Municipal de Salud Animal es la resultante de un hecho que va más allá de los datos empíricos asequibles por la simple observación perceptiva. Debe existir una razón, nunca explicitada, para que una repartición que ha cambiado la denominación con la que se la reconocía, sus objetivos y funciones, siga manteniendo como prisioneros a un grupo de perros. Nadie explicó nunca por qué el Municipio se aferra a conservar un sistema de tortura animal que perjudica a sujetos conscientes y sensibles, apartados de sus hábitats naturales y obligados a sobrevivir en condiciones indignas. La Municipalidad insiste en mantener viva la rama terminal de lo que fue la antigua Perrera, símbolo de muerte y degradación. Enunciar Instituto de Salud Animal parece ser un contrasentido o una paradoja, por cuanto qué salud proveerá una repartición que encierra en condiciones misérrimas a sus pacientes. Los rosarinos que aportamos nuestras tasas municipales no queremos que parte de esos fondos sean destinados a mantener una “cárcel” para perros”.
Felisa Aurascoff