Cuando vimos en el diario la invitación a visitas especiales, cursada por el Museo de La Capital, no titubeamos en solicitar turno. Porque si bien no somos alumnos de escuela primaria, sí somos adultos todavía curiosos y con inquietudes que nos llevan a conocer más sobre nuestra ciudad. Micaela, la guía asignada, nos hizo recorrer las instalaciones y vibró en nuestro interior imaginario el accionar de las rotativas, del reloj tarjetero, la linotipo... y nos emocionamos hasta las lágrimas cuando en video compartimos el último día de trabajo en esa área. No terminábamos de poder apreciar la lucha y el fervor de la familia Lagos y los que le sucedieron, para instalar y hacer funcionar semejante empresa con el fin de mantener informada a la población, desde las pizarras en la fachada del edificio hasta los lectores callejeros (allá por el 1900) y la actividad digital de nuestros días. Regresamos orgullosas, agradecidas y motivadas. Felicitamos por este intermedio a todos y a cada uno de los que hacen posible esta maravillosa comunicación.