Nunca lo internaron, ni jamás su familia consultó a un psiquiatra sobre la conducta de Caíto Comparetto, más conocido como “el loco de la corneta”, y quizás por eso, este hombre aún continúa vivo. (Confirmarlo en el Hogar de Ancianos de calle Uruguay y Necochea). Su rutina diaria en el verano era puntual, entre las dos y tres de la tarde caminaba aproximadamente diez cuadras por el barrio cantando la marcha peronista acompañándose con una larga corneta de cartón, que no era otra cosa que el cilindro en el cual se envuelven las telas. En el año 1956, con Perón derrocado y la Libertadora en el poder, nadie en su sano juicio se hubiera atrevido a cantar en la vía pública la marcha peronista, lo cual confirma que Caíto Comparetto era un individuo de excepcional valentía y no un loquito suelto. Cierto día de diciembre, lo paró en la calle un comando civil y, según informes que recién se conocen ahora, fue llevado al Regimiento 11 de infantería para declarar ante el general de Brigada Raimundo Sustaíta Seeber, quien pidió lo dejasen a solas con el detenido. Caíto solía contar que mientras conversaban, tomaron muy relajados el mate cocido que prestamente había servido un soldado asistente; luego cerraron las ventanas del despacho y tras confirmar que nadie escuchaba tras las puertas, ambos personajes, abrazados, comenzaron a cantar la marcha peronista. El general Sustaíta Seeber fue fusilado (creo) por orden de su colega Aramburu. Caíto Comparetto dejó las rondas en el barrio y aseguran que viajó al Paraguay para saludar a su admirado ex presidente; éste último, que tenía alguna noticia sobre su fanatismo y lealtad partidaria, le obsequió una corneta de bronce. Está confirmado que Comparetto, después de adaptarse al nuevo régimen político, utilizaba dicho instrumento para la venta callejera de churros entonando la marcha de San Lorenzo. No estoy seguro si esta historia es real o la soñé, lo cierto es que se parece mucho a los avatares preelectorales de la actualidad. Por otra parte, y no sé por qué, asocio este relato con Estela Raval cuando en el Club Provincial –presentada por Raúl Granados– cantó como un lamento premonitorio junto a los Cinco Latinos, la inolvidable “Balada de Trompeta”. Era carnaval, bailábamos apretados y no se comentaba mucho sobre política.
































