Estados Unidos es el país con más número de presos y mayor proporción de sus habitantes privados de libertad. Aproximadamente 2.500.000 de personas encarceladas, en prisiones estatales o privadas, actividad que ha proliferado ante las limitaciones estatales para cubrir la excesiva necesidad de cárceles. Mucho más incluso que China, país que lo dobla en población. Según la organización The Sentencing Project, las "Empresas de prisiones", movilizan 2.900 millones de dólares anuales, en un país donde se detienen 17.049 personas por día. Dato que sitúa ampliamente a EEUU como el país que lidera mundialmente el índice con mayor porcentaje de sus ciudadanos en prisión. Considerando que muchos de esos presos cumplen condena por haber realizado masacres o asesinatos en masa, ocasionados con armas de fuego. Obtenemos que el volumen de las desgracias y número de muertos sea proporcional al libre uso de armamento. Sin embargo nadie se anima a ir en contra, literalmente, de la licitud que otorga la segunda enmienda de la constitución. El derecho a la posesión de armas, consistente en la legal tenencia, uso y transporte de armas, con fines defensivos, deportivos, cinegéticos, medio de supervivencia, escolta privada u otra naturaleza, sin perjuicio de otras actividades legales que pudieran realizarse. ¿Cómo evitar ese inmenso poder destructor en manos de gente que no sabe usar armas en su mayoría, o la utiliza como medio para canalizar sus desvíos mentales? Imposible, ya que el legendario "Club del Rifle" que aúna a los fabricantes de armas, son activos colaboradores económicos de todo presidente que llega al poder, incluido Donald Trump. Presidente democrático que sin dañar la actividad comercial de sus patrocinadores, propone como insólita solución a las matanzas en colegios, que los profesores vayan armados a dar clases. ¡Insólito!