Soy contador público jubilado con 81 años. Estando en 7º grado del primario en 1950 escribíamos en el Cuaderno Único “Año del Libertador Gral. San Martín” por los 100 años de su muerte. Un año después, estando en Córdoba, cursando el secundario, compré “El Santo de la Espada” que contaba su proeza como Libertador de América.
En esa década de los 50 gobernaba el país Juan Domingo Perón. Mis tíos no comulgaban con el régimen y me decían que era más bien una especie de autocracia y que tuviera cuidado.
No sabía muy bien a qué se referían, pero temía por la adhesión a la Unión Estudiantes Secundarios (UES) y la lectura obligatoria en clase del libro “La razón de mi vida” de Eva Perón. En ese contexto partidario terminé el ciclo en 1955 para seguir en la universidad.
El gobierno actual del presidente Alberto Fernández está seriamente cuestionado en lo atinente a la educación. Los medios de comunicación se han hecho eco del reclamo de los padres para que comiencen las clases presenciales, muy postergadas, pero también por cierta propaganda partidaria que solapadamente aparece en los cuadernillos de los alumnos.
Según el filósofo argentino Santiago Kovadloff, el fascismo educativo adoctrina, el fanatismo ideológico es el abuso del poder en las aulas y los contenidos se compadecen con el adoctrinamiento ideológico impuesto por el kirchnerismo de modo que no existe la libertad de pensar diferente.
Mi interpretación es que se esconde la misma propaganda política de aquel momento y lleva implícito un claro sentido de adoctrinamiento ideológico.
Como docente durante 40 años y después de lo vivido en mi adolescencia, se debe redoblar la apuesta en la innovación educativa aún con la pandemia.
José Miguel Galetto
DNI 6.512.303