El comienzo del otoño y presuntamente el cambio de temperatura obliga a utilizar los artefactos de gas (gasodomésticos) con más intensidad, por esto como gasista matriculado, con un aval de 40 años de experiencia, aconsejo: si la combustión del gas (leña, carbón), no se hace con suficiente oxígeno, en vez de formarse dióxido de carbono se forma otro gas, el temible monóxido de carbono, comúnmente llamado “asesino invisible”. Su denominación es CO, este gas es sumamente peligroso, puesto que si se respira entra a la sangre y anula la capacidad de llevar oxigeno a los tejidos del cuerpo. Como consecuencia puede provocar graves daños e inclusive la muerte. Por lo tanto, todos los artefactos a gas deben funcionar en lugares bien ventilados, para que en la combustión se forme dióxido de carbono en vez de monóxido, y de este modo no exponer a nadie a riesgos de intoxicación. En especial cuando se hace fuego con carbón, este debe estar bien encendido, hecho brasa, ya que de lo contrario la posibilidad de formar monóxido de carbono es mayor. El gas natural de red (metano) o de garrafa (butano) no son tóxicos de por sí, sin embargo si queda abierta la llave de una hornalla o hubiese alguna pérdida en algún artefacto, el metano y/o el butano se difunde en la habitación desplazando al oxígeno. De esta manera, la mezcla de gases respirada tiene cada vez menor proporción de oxigeno y más de otro gas y, en caso de estar durmiendo, puede provocarse una muerte por asfixia. La mezcla de aire y gas reacciona en forma controlada en los artefactos, pero puede reaccionar provocando una explosión cuando por algún motivo alguna chispa se enciende en un ambiente donde hay pérdidas de gas. Ante estos riesgos es fundamental ajustarse a normas y disposiciones mínimas para la ejecución de instalaciones de gas y aceptar las recomendaciones de los instaladores matriculados, en especial las referidas a aberturas (rejillas de ventilación) reglamentarias según las calorías de los artefactos.