Celebro que cada dos años podamos votar para elegir a nuestros representantes en los distintos poderes de gobierno. Pero para nada celebro lo que sigo viendo durante las campañas electorales. No puedo ni remotamente imaginar el costo en pesos de los miles y miles de gigantografías y carteles de todo tipo pegados o colgados en todo el ámbito de la ciudad, y así será también en toda la provincia. Y qué decir si eso lo relaciono con la ecología, con la sustentabilidad de la que tanto se habla y de la que también hablan los candidatos. Por ejemplo, cuando se dejó de emitir el boleto de control de la máquina canceladora en los medios de transporte se dijo que era para ahorrar papel, y se hizo el cálculo del ahorro que eso significaba. No se tiene el mismo criterio en las campañas electorales. Al día siguiente de realizadas las Paso tiene que empezar el operativo de limpieza, toneladas de papel a desechar, y más pesos porque esa tarea tiene un alto costo. Dentro de pocos días comenzará la campaña para la elección general o definitiva. Me atrevo, en mi carácter de ciudadana que paga sus impuestos, que cumple con todas sus obligaciones cívicas y personales, a hacer una sugerencia: sean austeros, sean coherentes. Si les importa de verdad la situación crítica que sufre una cantidad de gente en la ciudad y en la provincia, no vuelvan a gastar tanto dinero ni tantos "árboles" en la campaña. Todos los electores los conocemos, sus nombres, sus rostros y –por lo menos en ciertos casos– también en su accionar. Podrían, por ejemplo, destinar esa suma de dinero a alguna obra en una escuela, en un hospital, en un club, en una organización solidaria, en una calle, y anunciarlo a la ciudadanía. Quizás eso les signifique más votos y también más simpatía en aquellas personas que en estos momentos manifiestan bastante fastidio con la política y los políticos. Personalmente, estaré muy agradecida.