Enviado por el Triunvirato para que construya baterías en nuestras costas ante la depredación de la escuadra española, Manuel Belgrano consigue en estas tierras la aprobación de la escarapela nacional, por él diseñada el 18 de febrero de 1812 y luego el 27 de febrero de ese año a las 18.30 realiza la inigualable ceremonia de la creación de la bandera nacional. "Catalina Echavarría la confeccionó con otras damas rosarinas con raso blanco y celeste al que se le agregó luego un adorno que consistió en un flequillo de oro en su extremo" (Félix A. Chaparro). Procede luego a la bendición de la enseña por parte del párroco de la capilla Julián Navarro, quien concurre además como director de la escuela parroquial con sus alumnos, algunos de los cuales oficiaron de monaguillos dado que Belgrano debía darle a la bandera un contenido espiritual que todo ejército necesita para su misión. El histórico hisopo que se utilizó en la bendición de la bandera se encuentra en el Museo Histórico Provincial de Rosario. Navarro fue un fuerte defensor de la gesta de mayo ofreciendo a Cornelio Saavedra la adhesión de todo su pueblo. Sus ideales por la independencia lo llevaron a intervenir como capellán en el combate de San Lorenzo, continuando luego como capellán en el ejército del Libertador General San Martín. Cosme Maciel, la autoridad civil más alta presente por ser Regidor de la provincia de Santa Fe, tuvo el insigne honor de ser el que izó por primera vez nuestra enseña. Con un entusiasmo digno del momento Belgrano arengó a la tropa a realizar el correspondiente juramento donde afirma que "la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad". En la ceremonia estuvieron presentes además del Regimiento de Infantería de Belgrano, los Granaderos de Fernando VII a las órdenes del coronel Florencio Terrada, el reformado Regimiento de Dragones de la Patria, artilleros y fuerzas regulares de caballería y las milicias conducidas por el comandante Celedonio Escalada, anclados frente a Rosario, cinco lanchones con sus respectivos oficiales y tripulación, y toda la población de aquél pequeño pueblo. Belgrano, hombre de gran cultura y conocedor de las reglamentaciones que rigen para estas ceremonias cumple totalmente con todo lo dispuesto por el protocolo establecido por Carlos III, vigente entonces totalmente entre nosotros por la cual obligaba que hubiera un estandarte que sería de soberanía, el mismo debería ser bendecido y jurado. Belgrano cumplió, específicamente, con las ordenanzas que tenían una elevada trascendencia pública haciendo que su creada bandera se convierta en enseña nacional.