Este 20 de junio de 2021, los ciudadanos argentinos recordaremos la creación de la Bandera Nacional celeste y blanca que el general Manuel Belgrano resolvió enarbolarla en Rosario junto a las barrancas del majestuoso río Paraná, el 27 de febrero de 1812. Belgrano encargó la confección de la Bandera a María Catalina Echevarría de Vidal. A las seis de la tarde, ordenó la formación de su Ejército e invitó al pueblo; el párroco Julián Navarro la bendijo, el delegado santafesino Cosme Maciel la enarboló y luego de una vibrante alocución, la hizo jurar al Ejército y al Pueblo “para defenderla contra los enemigos interiores y exteriores”, al grito de ¡Viva la Patria! En la alocución señaló que esta bandera sería un “símbolo de unión, independencia y libertad”. Su pensamiento geopolítico y de estadista comprendía que Rosario era y sería el centro neurálgico del interior del país, hito intermedio entre el Puerto de Buenos Aires, del Paraguay y la Cordillera de los Andes, y que la bandera prolongaría sus rayos luminosos de unión, independencia y libertad, como lo hace el sol. El Día de la Bandera desde 1938 por ley nacional, pasó a celebrarse el 20 de junio de cada año en conmemoración de su paso a la eternidad el 20 de junio de 1820. Ciudadanos argentinos, no olvidemos nunca al Creador de la Bandera y su legado; coloquemos una escarapela en nuestro pecho, embanderemos las ciudades, pueblos, plazas, edificios públicos, viviendas, avenidas y calles con la Bandera Celeste y Blanca. A no aflojar, pues Belgrano tuvo también contrariedades como explicaba en su autobiografía: “Tengo enemigos, internos, externos y sutiles”. Expiró musitando: “¡Ay, Patria mía, cuántos males tienes todavía. Espero que las nuevas generaciones los sepan remediar”!