Se lo expliqué a mis hijos hace algunos meses y me di cuenta de que usaba términos de combate. La pandemia del Covid-19 ha puesto en jaque a todos los países y a todos los sistemas. El personal de salud que se encuentra en el frente de batalla es el más expuesto, es la primera línea de ataque a un enemigo invisible que amenaza terminar con las cercanías y los abrazos afectuosos. Los médicos fuimos los más temidos, los acosados, los más demandados, luego los más aplaudidos y ahora los más agobiados o agotados. En medicina del trabajo hablamos de estrés, de Burn-out, de Karoshi, de las Cymat y de las exigencias que todo proceso de trabajo impone, de valoración de daño que derivan de accidentes de trabajo y de enfermedades profesionales, pero nos es sumamente difícil analizar el nuestro. ¡Qué paradoja! El médico laboral asesora, acompaña, observa, diagnostica, facilita, investiga, sugiere cambios, capacita, propone acciones, responde. El médico José Portillo realizaba todo esto y más, a cargo del Servicio Médico Laboral de una de las empresas más importantes del cordón industrial del Gran Rosario: Celulosa Argentina. También continuaba ejerciendo funciones como médico de guardia en el Hospital Granaderos a Caballo de San Lorenzo y fue médico laboral de dicha Municipalidad. En medicina, tanto en pregrado como en posgrado, deberíamos haber hablado más de pluriempleo y/o precarización laboral y no tanto de lesiones. Deberíamos repensarnos como trabajadores sufrientes, llenos de incertidumbre, temores y ansiedades, que se suman a los riesgos psicosociales que tanto hablamos en clase. Deberíamos reposicionarnos también en este rol de trabajadores esenciales que supimos conseguir por necesidad y urgencia, y defender la praxis saludable para que no nos cueste la vida. Hoy hablan de él todos los diarios. Las redes se inundaron de fotos y bellas palabras de compañeros, amigos, colegas de guardia, discípulos, alumnos, docentes, trabajadores y sindicatos. La noticia de su partida nos llegó en la noche del sábado 5 de septiembre, a pocas horas de haber escuchado el retroceso de fase y las medidas restrictivas, atrincherados. Tras los muros, sordos ruidos, que oír se dejan de corceles y de acero. La Medicina del Trabajo está de luto y también llena de bronca e impotencia. Vimos con orgullo cómo desde el análisis del complejo sistema salud-enfermedad-atención se van modelando nuestra leyes, decretos, resoluciones y disposiciones; cómo retomó importancia hablar de perfil epidemiológico, pero aún nos queda mucho por hacer: ser partícipes activos de las nuevas dinámicas que se propongan en los centros laborales, ser la voz cantante de muchos espacios que recorremos diariamente y de los que monitoreamos desde home-office. Como lo fuiste vos, José, hasta el último minuto. Hasta la victoria, de la vida sobre la muerte, querido compañero. Tu vida rinde, haciéndote inmortal.