Hace casi un año que Alma Maritano falleció y no puedo no escribir algo al respecto. Alma supo sostener un taller literario que "crió" a muchos escritores rosarinos. En ese espacio se aprendía de literatura por supuesto, pero también de cine, de pintura, de música. A los 25 años yo que me creía un intelectual descubrí que nunca había escuchado hablar de Raymond Carver ni siquiera de Roberto Arlt. Comencé escribiendo tristes poemas de tigres y ahora escribo cuentos que intentan tener la fuerza de un cross a la mandíbula. El taller de Alma era un bastión de resistencia cultural contra el show de la colaless imperante con sus respectivas repercusiones en el destino del país. Pero también es justo decir que siempre me sentí como Fogwill o Bukowski se hubieran sentido en el taller literario de Borges. Tal vez ser el hijo desadaptado de Alma (si me permiten nombrarme uno de sus hijos) me llevó a leer y escribir desaforadamente desde que la conocí a ella y formé parte de su taller. Como dije alguna vez, muchos de los escritores rosarinos cada vez que escribimos algo, escuchamos la voz de ella que nos viene de algún lado incierto de nuestra alma. Un abrazo querido, ahí donde seguramente estás leyendo.