A veces pienso, ¿qué nos ha pasado? ¿Por qué hemos tenido un retroceso económico, político y social tan pronunciado en los últimos 100 años? En el período de nuestra historia que va desde 1880 a 1930, en el mundo se nos conocía como “el granero del mundo” y “un crisol de razas”, figurando entre los diez primeros países del planeta. Epoca en que llegaban a nuestros puertos barcos repletos de inmigrantes en busca de paz, trabajo y progreso. En su gran mayoría, lograron lo que buscaban, trabajo, educación, tranquilidad, progreso y unión. El mundo de entonces nos miraba con asombro, la Argentina estaba llamada a ser una potencia mundial. Dicha circunstancia despertó el interés del premio Nobel de física, doctor Albert Einstein, quien nos visitó en 1925, dictó varias conferencias y acompañado por estudiosos argentinos, recorrió en tren buena parte del país, dedicándole a su visita cerca de dos meses. En su recorrida quedó sorprendido por la gran cantidad de tierras a cultivar. Al volver, en una rueda de prensa, un periodista le preguntó si Argentina llegaría a ser una potencia, Einstein respondió: “Argentina tiene enormes recursos naturales, tiene hombres muy inteligentes, con mucha capacidad de trabajo e imaginación, pero la verdad,observé mucha indisciplina y poco apego a las leyes”. A casi un siglo de esa visita, de esa observación, con tristeza reconocemos que Einstein no sólo no se equivocó, sino que le debemos agregar la actual corrupción e impunidad jurídica. Para retornar a esos años de progreso, se debe educar a nuestros niños y a nuestros jóvenes, con valores éticos y morales, retomar el camino del trabajo digno, de menos especulación financiera, menos subsidios y asistencialismos ociosos y prebendarios, y del respeto a las leyes y al semejante. Una vez más insistimos en recuperar una Justicia independiente, con jueces probos, rectos y eficientes, como exige toda república honesta y moderna.