Soy vecino de la ciudad de Rosario y me permito escribirles la presente para manifestarles algunas cosas que, como simple ciudadano, vengo observando en el comportamiento de nuestra sociedad rosarina. En primer lugar quiero expresarles el hartazgo, enojo e indignación que sufro cada día al ir y volver de mi trabajo, viendo como se cometen infracciones de tránsito sin que ninguna autoridad haga algo al respecto. Por si no lo han notado aún, quiero comentarles que es permanente observar a motociclistas cruzar semáforos en rojo sin ningún tipo de pudor, como también circular por las bicisendas habilitadas exclusivamente para el tránsito de bicicletas. También es común ver automóviles parados en doble fila en lugares de alto tránsito o en sitios donde está prohibido estacionar, con el inconveniente que esto apareja y el incremento de posibles accidentes entre los que circulan. Otra cosa común es ver a los conductores arrancar ni bien el semáforo da la luz amarilla, sin esperar la correspondiente de color verde. Lo peor es que muchas veces estas faltas son cometidas en la presencia misma de la policía sin que esta intervenga para nada. Inentendible. Estas son algunas de las observaciones, las más comunes, porque podría seguir enumerando infracciones pero se haría muy largo y pesado. Ante esto me pregunto, ¿a nadie en nuestro gobierno municipal, provincial o nacional le interesa corregir y prevenir este tipo de conductas? ¿A nadie le interesa hacer cumplir las reglas de tránsito y la ley? ¿Hay una programación para evitar esto mediante una distribución de inspectores de Tránsito que puedan hacer los controles respectivos? ¿Hay inspectores? Pregunto esto porque sinceramente no los veo en la calle cumpliendo su función. Si bien entiendo que el poder de policía es una atribución del cuerpo legislativo provincial o nacional, a mi entender, no pueden las autoridades municipales cerrar los ojos y desentenderse de la responsabilidad que les corresponde para con nuestra ciudad. Bajo mi humilde opinión deben comprometerse, ya sea con el hacer o llevando su reclamo ante la provincia o nación. En segundo lugar, este no es el fondo de la cuestión. Lo más importante acá es naturalizar que cada uno haga lo que quiera sin que haya una autoridad que le ponga el cascabel al gato. ¿Se entiende? Si los ciudadanos no son capaces de respetar normas básicas de convivencia, debemos concluir dos cosas. Primero, que tanto el Estado como la sociedad fallaron en la educación. Y segundo, que gana fuerza el dicho popular que dice que somos hijos del rigor. Si no se hace algo con esto, cada vez caeremos más profundo en esta práctica de quebrantar las normas y muchas otras derivaciones similares que se irán agregando. Así que señor intendente, bajo mi punto de vista y con todo respeto, creo que se hace necesario, urgente y fundamental que su gobierno tome cartas en el asunto para mejorar este aspecto de la vida de todos los rosarinos. Insistir en invertir en educación para cambiar esto a futuro, y también aplicar el rigor de la ley castigando a los infractores sin que su actuar irresponsable quede impune, para cambiar el presente. Si bien esto es casi insignificante ante los interminables hechos de inseguridad con que cotidianamente vivimos, sembrando terror y muerte en nuestra ciudad, más los problemas propios de la pandemia, pienso que por algo hay que empezar y no sería mala idea que fuera por esto que, según mi entender, sólo necesita de la voluntad de su gobierno de intervenir activamente en el problema. Señor intendente y Concejo Municipal, espero sepan comprender el verdadero sentido de esta nota, que no se queda sólo en la crítica, sino que pretende sacudir la atención de las autoridades que parece adormecida ante la necesidad de encontrarle solución a los problemas de la ciudad. Oro a Jesucristo nuestro Señor para que así sea. Sin más me despido de usted, señor intendente y de todo el Concejo Municipal, con la confianza de que cada uno de ustedes sabrá interpretar correctamente la función para la cual fueron elegidos por la ciudadanía.
