Me pregunto como madre de dos niños de 11 y 17 años, si alguna vez algún político piensa en ellos. En el daño físico, emocional y psicológico que le generan a los niños y adolescentes ante la imposibilidad de poder desarrollarse libremente. Y lo digo, pensando en su discurso donde anunció la suspensión de clases presenciales, donde anunció la restricción de practicar deportes en clubes y deportes grupales. A ver, si el sistema educativo se preparó durante todo un año para volver a la presencialidad, con protocolos estrictos, donde no se constató que la mayor cantidad de contagios se dieran en las aulas, si los maestros están vacunados. Si en las prácticas deportivas no hubo aumentos de contagios, ¿por qué vedarles la posibilidad de estudiar, de crecer en un deporte, de socializar sanamente? ¿Por qué continuamos con políticas que sólo son funcionales a un sistema o a un sector político, económico o social? ¿Por qué suspendemos clases y no suspendemos “el clásico”? ¿Por qué seguimos siéndoles funcionales a sólo un grupo? Con esto no quiero minimizar la situación epidemiológica ni mucho menos negar la gravedad de la situación, ¿pero le parece que suspender las clases es la solución? ¿No sería más apropiado tomar medidas serias y concretas, y evaluar realmente dónde está el problema? Porque claramente el problema está en las fiestas clandestinas que se continúan realizando y miramos para otro lado, en los aglomeramientos de personas, llámese banderazo, protestas, manifestaciones, donde siempre se ve a grupos sin barbijos ni distanciamiento social. Por eso digo, a usted señor gobernador, a veces las medidas son necesarias, pero las mismas deben ser tomadas con el mismo criterio y razonabilidad para todo el segmento social. ¡Anunciar la suspensión de clases un domingo a las 22! Claramente, algo no esta funcionando.