Adiós doctor, chau pa
Adiós doctor, chau pa
Fuiste “mi hijo el dotor” para tus padres orgullosos, medalla de oro, cuadro de honor, pero sobre todo, hijo presente, amoroso, ocupado de ellos hasta su final. Profesor amante de la docencia en la universidad pública, enseñando en el Centenario no sólo dermatología, sino a atender con dedicación y humanidad al enfermo. Fuiste el médico que escuchaba, que explicaba, que curaba, que “sabía”, que no abandonaba jamás a aquel paciente de sus primeros años de ejercicio que perdió la obra social. Fuiste nuestro papá. Sos nuestro papá. Sos el mejor hombre que pude conocer. Sos aquel que bajaba del colectivo de regreso del consultorio y buscábamos corriendo a las 9 de la noche. Sos el que no podía perder ningún juego y nos hacía reír mucho tratando de ganar. Sos el que calmaba nuestros temores, el que siempre tuvo tiempo para escuchar. Sos ese hombre sabio, que jamás levantaba la voz. Sos el que enseñó a jugar al tejo a los nietos en la playa, y al truco en el club. Sos el compañero de mamá de toda la vida, y ahora ya estás con ella. Descansa pa, te mereces descansar en paz.
Carina Lurati