—Fue un proceso difícil, complicado y que se alargó más de lo pensado porque por primera vez en la historia de nuestra entidad se suspende un congreso ordinario, con la repercusión que esto tuvo dentro de la institución. Por suerte, todo culminó con un congreso totalmente democrático, con la pluralidad y la participación todos los sectores del país, con la posibilidad de que todos puedan expresarse y con Inspección de Personas Jurídicas siendo veedora de cada acto. Se demostró que todas esas denuncias que se habían hecho fueron malintencionadas políticamente o intencionadas para favorecer en algunos casos al gobierno nacional o a algún “resultado partidista”. Los federados de todo el país respondieron y nos mostraron confianza para elegir nuestra propuesta para conducir la FAA. Tratamos de bajar los decibeles en todo momento, buscamos no mediatizar los problemas internos que, como toda entidad, tenemos. Pasado este congreso, nuestro primer mensaje fue que se terminó el momento de las disputas internas y de acá en adelante el objetivo de todos los dirigentes de FAA es representar a los miles de chacareros que confían en nuestra institución y tienen serios problemas que tenemos que gestionar, movilizarnos y luchar para resolverlos.
—¿Cómo creés que se va a dar este ordenamiento institucional luego de esta discusión?
—En nuestra propuesta hablamos, por un lado, de avanzar con un plan de fortalecimiento institucional. Un plan a largo plazo, con el sujeto agropecuario que nosotros representamos, tanto en la Pampa Húmeda como en todas las economías regionales. Identificando problemas, lo que también significa reforzar una identidad propia de la FAA. Luego, el próximo paso es poder instalarla en la agenda de los partidos políticos, los gobiernos municipales, provinciales y nacionales para generar los cambios y políticas públicas que necesitamos, para que los agricultores que están dentro de esta entidad podamos mantenernos y ser sustentables.
—Cuando asumió Eduardo Buzzi al frente de FAA, hace más de una década, hubo una apertura de la entidad hacia las economías regionales. Este año, con la reforma del estatuto crearon una secretaría de esta área. ¿Esto forma parte de esta búsqueda de una nueva identidad o de fortalecer la identidad original de la FAA?
—Hubo un proceso de crecimiento de territorio y de representatividad territorial de la FAA. Un poco fue una responsabilidad de la anterior gestión. Hay que reconocerle esta búsqueda de representatividad y el hecho de que conectó a Federación con organizaciones sociales, campesinas, que encontraron un lugar en los años 2004 ó 2005. Fuimos responsables de traer a nuestro país la palabra y la identidad de la agricultura familiar. Lo que pasó es que por el proceso de 2008, con el conflicto del campo, parecía y pareció que la FAA solamente representaba a los intereses de los pampeanos. Esto es porque, frente a la resolución 125, se hablaba de frenar las retenciones. Pero igual, el proceso original siguió su impulso y la representatividad que tiene hoy la entidad en todas las economías regionales es muy grande. Por un lado, es un crecimiento; pero por otro, es una responsabilidad porque tenemos que gestionar y hacernos eco de agricultores y productores agropecuarios que están en todas las economías regionales con serios y distintos problemas. En la FAA encontrás desde productores bananeros de Formosa que tienen problemas de comercialización; yerbateros de Misiones; productores de Catamarca y Tucumán, hortícolas y ganaderos en Salta, frutihortícolas y viñateros en Mendoza, de cerezas y manzanas en Río Negro y Neuquén, de cítricos en Entre Ríos, y así. Todo eso, más la Pampa Húmeda, está haciendo que la FAA sea la entidad más representativa del sujeto agropecuario pequeño y mediano, que nosotros denominamos agricultura tradicional. Decimos que es la agricultura que está en proceso de desaparición. No sólo en estos últimos años. En la década del menemismo vivimos un proceso de concentración productiva y de desaparición de 100 mil productores. En este gobierno nacional no hubo capacidad de cambiar y ni siquiera de frenarlo. Por el contaro, consideramos que ha profundizado esta concentración productiva.
—Muchos se reflexionó antes del el congreso sobre cómo se mira el proceso desde 2008 y cómo va a ser la relación con la mesa de enlace. ¿Tienen alguna estrategia al respecto?
—La mesa de enlace en este momento no tiene una actividad muy llamativa. Pero ha demostrado que, en un país donde todo se jugaba a blanco o negro, se puede tener unidad de acción a pesar de ser entidad distintas, de diferente historia, representación. De hecho, representamos a distintos productores agropecuarios. Incluso tenemos distintas respuestas ante un mismo problema. Pero también es un llamado a la sociedad para decir que, a pesar de las diferencias, también se puede construir en la Argentina y no destruir. De todos modos, está claro en nuestra conducción que nuestra principal estrategia gremial va a ser la identificación de los problemas de los pequeños y medianos chacareros y la gestión y solución a sus problemas. Después, la estrategia de alianzas. La FAA la tuvo con la mesa de enlace, también puede sumarse al movimiento de trabajadores (CTA, CGT) a los movimientos sociales, de modo de incorporar nuestra problemática. Y hemos tratado de mantener nuestra participación en organizaciones campesinas y en foros de agricultura familiar porque ellos también están siendo vapuleados por este modelo que avanza y expulsa a los pequeños y no se fija de qué movimiento son. Acá, cuando sos pequeño agricultor, estás quedando afuera del sistema.
—En cuanto a la relación con el gobierno nacional, ¿habrá un cambio respecto lo que fue en los últimos años?
—El gobierno hace años que no atiende al sector agropecuario. Tendría que haber un cambio de actitud. El gobierno nacional no tendría que recibir sólo a los aplaudidores sino a quienes tienen una visión crítica de lo que está pasando a nivel agropecuario. Nosotros sí vamos a mantener nuestra postura porque creemos que es la mejor para los productores que representamos. Pensamos que tiene que haber políticas diferenciadas para una agricultura familiar, tradicional, de pequeños y medianos chacareros, que tenemos que pensar que ellos tienen que ser los que producen granos, leche, carne, fruta, en definitiva los alimentos que los argentinos consumimos y queremos vender al mundo. Tenemos que producirlos quienes vivimos en el interior del país. Entonces, pensamos en ese modelo de desarrollo rural distinto, donde los alimentos los produzcan los agricultores y no las empresas. Hay que tomar esa propuesta de FAA y hablar de políticas diferenciadas que quiere decir la segmentación de las retenciones, fletes diferenciados para aquellos que están lejos de los puertos. Si traés maíz del Chaco a puertos de Rosario y tenés un tratamiento diferenciado de flete podés darle la opción al productor de ese lugar de que produzca maíz. Lo mismo pasa con las legumbres. Y tenemos que sostener a los agricultores de las economías regionales, ya que hay una gran distorsión de precios entre lo que recibe el productor y lo que termina pagando el consumidor. A veces eso alcanza el 1.000 por ciento. Se da en el caso de la leche, de la yerba, del azúcar. Hay organismos como el Inta que proveen costos de producción y creemos que hay que utilizar eso para saber que el productor agropecuario no puede recibir menos de ese costo. Por eso, proponemos poner un precio mínimo sostén y garantizar la cadena de valor. Para que no ganen sólo los supermercadistas o un grupo concentrado sino también el productor y el consumidor, que pagará menos por ese alimento.
—¿En el actual contexto se fortalece la concentración y la escasa diversificación productiva?
—Nosotros denunciamos que no tenemos en la Argentina una política de diversificación productiva y por eso, por ejemplo, desaparecieron 7.000 tambos en una década. Estamos estancados en la producción de leche. Estamos produciendo igual que en 2006, 11 mil millones de litros, o sea, perdimos la posibilidad de crecer a diferencia de Uruguay que sí creció al 60% y tiene más productores. Pero, ¿si no podemos hacer leche, carne, casi nada de girasol, dónde fue todo eso? A la soja. En diez años pasamos de 14 millones de hectáreas sembradas de soja a 20,5 millones. Eso no lo sembramos los pequeños y medianos chacareros, son grupos inversores. Además se avanzó en los bosques nativos. Pese a tener una ley de bosques, en la Argentina hay 1,8 millones de hectáreas que se siguieron talando desobedeciendo la ley. Vamos hacia un proceso de monocultivo muy peligroso en la Argentina, porque el monocultivo lleva a la desaparición de los agricultores que viven en su chacra, se diversifica y tiene grano, leche, carne, frutas. Eso en Argentina está en vías de extinción.
— Ahora el tema se agrava a partir de que el modelo sojero con estos precios y las malezas no cierra igual que en los últimos años. ¿se impone otra agenda?
—La agenda que no sea la coyuntural. Nosotros vamos a seguir una linea de columna vertebral que tiene la FAA basada en su historia, que es seguir trabajando y luchando por aquello por lo cual nació , que es la tenencia y la democratización de la tierra. Hay 9 millones de hectáreas en el país que no están con tenencia regular. Esto provoca que en distintas regiones y provincias haya desalojos y conflictos entre campesinos y pueblos originarios. Es un problema a resolver. Otro tema es el acceso al agua. En 2003 planteábamos, cuando hablábamos de extranjerización de tierra, no sólo el hecho de que Benetton compró 900 mil hectáreas en la Patagonia o Lewis en Lago Escondido. Decíamos que están comprando agua que necesitamos para consumo humano y para la producción de alimentos. En Mendoza hay una lucha en defensa de la ley que prohíbe que las mineras contaminen las napas. Este hilo conductor que tiene la conducción de la FAA en estos 102 años hay que mantenerlo. Sin dejar de lado la coyuntura que es no caerse del sistema.
—¿Qué acciones llevarán adelante en lo inmediato?
—Nos vamos a movilizar el jueves 18 de diciembre en un tractorazo en Río Tercero, porque hace ocho años que se viene interviniendo el mercado para favorecer a grupos concentrados de molinos e importadores. Y los pequeños y medianos productores recibimos menos que el precio internacional. El ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, se tiene que enterar de que los precios internacionales bajaron y de que los costos de los insumos en promedio aumentaron un 50% (semilla, gasoil, fertilizante). La ecuación así no da. Si estos son los números, pedimos para los pequeños y medianos chacareros primero que se nos pague el FAS teórico y segundo, que nos segmenten las retenciones. Otro tema importante, y por eso vamos a movilizar, es que el Banco Nación viene tomando medidas de cortar el financiamiento a productores agropecuarios desde enero en forma definitiva (incluso la tarjeta Agronación) para los que tienen algo de grano. No concebimos esas políticas y decimos que tenemos la autoridad para hablar del tema porque en la década del 90 cuando el menemismo quería privatizar el Banco Nación salimos a defenderlo y decíamos que la banca pública era para el desarrollo y fomento de los pequeños y medianos chacareros. Ahora, en el momento en que más lo necesita, le cortan el financiamiento. Es como si a un empleado que le pagan el día 1 le obligan a gastarse todo el día 5, luego no tiene para la canasta básica. Nosotros tenemos el único ingreso del año y tenemos que hacer una pequeña reserva para poder llegar hasta mayo o junio que es la nueva cosecha. Si nos obligan a vender eso para comprar los insumos no hacemos frente a la canasta básica. Además los pequeños productores ya nos desprendimos de más de 70% de la soja y son datos del movimiento cooperativo. No somos los especuladores.
—El gobierno puso el tema de la retención de la mercadería (soja) como parte de una apuesta mitad económica y mitad política. ¿Ustedes no lo ven así en ámbito de los productores que representan?
—No lo vemos, porque los productores que representamos ya no tienen más soja. En muchos casos están dependiendo de un financiamiento para poder volver a sembrar esta nueva campaña y en otros casos, se da que están endeudados y no tienen más soja en su poder. Acá es donde hay que identificar y tomar decisiones de política orientadas. El mensaje que da el propio gobierno nacional cuando se sienta a negociar el adelanto de u$S 4.500 millones de divisas con las exportadoras es claro. A ellos les dieron un bono con interés en dólares y les garantizaron la rentabilidad. La foto es que a las cerealeras les garantizan la rentabilidad y a nosotros nos sacan el financiamiento.
— ¿Tras la elección tuvieron algún contacto con alguien del gobierno nacional para dialogar?
—No, de nadie aún.
—¿Hay posibilidad de que FAA dialogue con el gobierno por fuera de la mesa de enlace si hay una convocatoria?
—Es poco probable que haya un llamado del gobierno nacional para hacer una invitación. Si eso ocurriese, con toda sinceridad convocaríamos al consejo directivo central para decidirlo, un cuerpo conformado por 27 directores de todo el país.
—En lo inmediato, ¿cuáles son las demandas?
—Reacomodar el mercado de trigo, la segmentación de las retenciones, precio sostén en origen para las economías regionales y flete diferenciado, son los problemas más graves. Después tenemos problemas de comercialización, infraestructura. También hacer comprender a la sociedad y al consumidor que el productor no es responsable de la distorsión de precios.