En estos meses donde el país está cosechando la soja del ciclo 2018/2019, claves en materia de exportación y comercialización por parte de los productores, la oleaginosa cotiza en los mercados globales casi un 20% por debajo de lo que se pagara por ella, en promedio, durante los últimos 3 años.
“Hace pocos días el gobierno argentino anunció la apertura del mercado chino para la carne de cerdo, junto con la habilitación de unos 25 nuevos frigoríficos exportadores de las tres carnes líderes que produce el país (bovina, aviar y porcina)”, recordó Ieral y de esta forma “el país nivela bastante su posibilidad de acceso a ese mercado con la de otros países exportadores y competidores fuertes, como son Australia, Estados Unidos, Brasil y la Unión Europea”, agregó.
Según precisó el informe esto se trata “de una muy buena noticia” ya que China posee el mercado de carnes más grande del mundo.
Los datos de Ieral indican que el gigante asiático combina una gran población (1.400 millones de habitantes) con un importante nivel de consumo promedio por habitante (95 kilos / año). Se consumen todas las carnes, aunque prevalecen la carne de cerdo (38 kilos / año, 40%) y el pescado (43 kilos año, 46%). Las dos proteínas animales restantes, la carne de pollo y la de vaca, ponderan hoy relativamente poco, con un aporte de 8 y 5 kilos promedio por habitante año, aunque también vienen en expansión.
En nivel, el consumo total de carnes en China (95 kilos / habitante año) “se encuentra ya bastante próximo al de varios países desarrollados, caso de Japón (100 kilos) o la Unión Europea (102 kilos)”, detalló el informe.
Donde sí se observan diferencias es en la composición de las canastas de consumo de unos y otros. China tiene alta concentración en dos tipos de carnes, mientras que los países desarrollados como los mencionados muestran canastas más diversificadas.
“Si China avanzase en una diversificación similar, tendrían más recorrido ascendente las carnes de pollo y de vaca, donde los consumos del país asiático son aún reducidos en términos relativos”, precisó Ieral.
Otro dato clave es que el elevado nivel de consumo que tiene China se sostiene en parte, con producción propia, y en parte, con importaciones. Ese país ocupa actualmente el podio de importadores globales, en un tercer lugar, seguramente transitorio, luego de Japón y Estados Unidos, en el ranking de compras medidas en valor (dólares) y en un primer lugar en el ranking de compras medidas en volúmenes (toneladas).
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda) estima importaciones de carne de cerdo por un volumen de 2,2 millones de toneladas (carcaza equivalente) en 2019, que equivalen, para tener una perspectiva, a más de tres veces la producción que se espera logrará Argentina este año (670 mil toneladas).
Por otra parte, el Usda espera un aumento significativo de las importaciones chinas de carne de cerdo (+41%), desde 1,5 millones de toneladas de 2018 a 2,2 millones en 2019. “Como ha trascendido en medios y comunicados, China viene sufriendo una contracción de su stock porcino a consecuencia de un fuerte brote de peste porcina africana (PPA)”, recordó el informe y por eso “se descuenta que la PPA reducirá la producción actual y futura de carne de cerdo en China en una magnitud importante, aunque la falta de información (habitual en China) limita la posibilidad de dimensionar con precisión el alcance final que puede llegar a tener la epidemia sobre granjas y productores locales”.
Apuntó además que “una caída en la producción china de carne de cerdo tiene un impacto muy alto sobre sus importaciones”. Para tener referencia, cada 1% porcentual que se reduce la producción local (540 mil toneladas), si se desea mantener la oferta de abastecimiento sin cambios, se requiere aumentar en un 33% las importaciones. La proyección que hace el Usda de las importaciones chinas 2019 (+41%) puede subestimar la necesidad de carne del gigante (de cerdo y de las restantes) si la caída en la producción local es muy importante a consecuencia de la PPA; el otro mecanismo de ajuste, de ser el abastecimiento insuficiente, sería un fuerte aumento en el precio interno de las carnes, pero el interrogante aquí es si el gobierno chino convalidaría una situación de este tipo o si por el contrario facilitará mayores importaciones.
Por otra parte el informe de Ieral señala que “las exportaciones de Argentina vienen creciendo desde el año 2017. En el primer trimestre de este año se llevarían colocadas unas 3.500 toneladas de productos (aproximadamente 5.000 toneladas carcaza equivalente). La apertura del mercado chino puede acelerar en forma muy importante estos envíos, lo que dependerá de los precios de colocación y las condiciones generales de exportación”.
El golpe a la soja. Pero no todas son buenas en este contexto. El reporte de Ieral señala que las malas noticias son que como consecuencia de la peste porcina africana, de la guerra comercial con Estados Unidos y de otros motivos que se desconocen, “la demanda china de soja, cuyo principal destino es convertirse en harina de soja para alimentación animal, está cayendo desde hace varios meses, sin mostrar síntomas de recuperación”.
Las importaciones chinas de la oleaginosa bajaron, en la suma acumulada, un 26% interanual desde noviembre del año pasado hasta marzo de este año (desde 38 millones de toneladas a 28 millones).
China consumía 20 millones de toneladas de harina de soja hace 15 años, mientras que actualmente absorbe cerca de 70 millones de toneladas, una tasa de crecimiento del 9% promedio anual. Este país ha sido uno de los motores que ha impulsado la demanda de soja y de harina de soja a nivel global, explicando el 50% del aumento del consumo mundial en el período antes referido. “Si este motor desacelera o, peor aún, se apaga, como está sucediendo este año, es una mala noticia para los proveedores mundiales de proteínas vegetales, entre los que se encuentra Argentina”, detalló Ieral.
Por otro lado, “se descuenta que la producción global de soja del ciclo 18/19 será mayor a la del ciclo previo en casi 20 millones de toneladas, la oferta comportándose en una dirección contraria a lo que está pasando con la demanda china del poroto, llevando los stocks globales a niveles muy elevados”, agregó el informe.
Esta combinación de oferta abundante con ralentización de las compras de soja por parte del gigante asiático se siente en los precios internacionales de este año, particularmente en los de Sudamérica, que acumulan una baja de u$s 20 (FOB Brasil) y u$s 40 (FOB Argentina) en lo que va del 2019 y se ubican en los niveles más bajos de los últimos tiempos.
“En abril la soja FOB en puertos argentinos promedió u$s 320 / tonelada, hay que retroceder hasta el año 2007 (12 años) para encontrar precios tan bajos”, puntualizó Ieral. Además, “en los últimos días de abril la harina de soja cotiza cerca de US$ 305 la tonelada, otro valor muy bajo en perspectiva histórica reciente”, agregó.
De este modo Ieral señaló que “para la Argentina no es un tema menor dado que se trata de los dos principales productos del que a su vez es el principal complejo exportador del país”.
Así, con una producción que puede rondar las 55 millones de toneladas de soja en este ciclo 2018/2019, cada 10 dólares que pierde la oleaginosa en el mercado internacional “se resignan u$s 550 millones en valor de producto”, remarcó el informe y además puntualizó que “hay que recordar que el precio promedio de la soja FOB en los últimos 3 años ha sido de u$s 370 / ton, en los últimos 5 años de u$s 397, en los últimos 10 años de u$s 429; todos estos valores lucen muy lejanos a los actuales u$s 320 del mes de abril y a los u$s 305 con que está arrancando mayo”.
En este escenario, el informe de Ieral señaló que “se espera que China acelere la tasa de expansión de sus importaciones de proteínas animales, a consecuencia de una epidemia aparentemente muy severa, que estaría impactando duramente sobre la capacidad productiva de su principal industria cárnica, la del cerdo. Luego de las últimas y exitosas negociaciones, Argentina ha logrado vía libre para comercializar sus tres carnes líderes en el gigante, lo que representa una enorme oportunidad por el tamaño del cliente (el más grande del mundo) y también por la situación coyuntural que éste atraviesa (con demanda insatisfecha y precios internos en alza)”.
En tanto, “la mala noticia es que, a consecuencia de esta epidemia y de otros factores (caso de la guerra comercial), la demanda china de soja se ha desacelerado y se abre un interrogante respecto de qué sucederá con ella en los próximos meses”. Este freno “explica, en gran medida, la caída de los precios internacionales, que la sufren los principales países productores y exportadores globales.
En estos meses donde se está cosechando la soja del ciclo 2018/2019, meses fuertes en materia de exportación y comercialización por parte de los productores, la oleaginosa argentina está cotizando en los mercados internacionales casi un 20% por debajo de lo que se pagara por ella en promedio durante los últimos tres años”.