"No sólo la foto es mala, sino que la película de lo que puede pasar a partir de ahora tampoco es mucho mejor", sintetizó el experto, quien agregó que el sector se rearma desde una estrategia defensiva donde la premisa es evitar tomar riesgos para no quedar fuera del circuito productivo.
"Las expectativas de campaña no son buenas, hay que pasar este ciclo y ver cómo acomodarse el próximo año, estamos muy preocupados ya que es el peor inicio de los últimos diez años", argumentó.
Dante Romano, de Agroperspectivas de la Universidad Austral, compartió la preocupación al afirmar que el ciclo "arroja pérdidas para todos los cultivos", tanto por efecto de las cotizaciones y los costos, como por el escenario de gran variabilidad y riesgos de variables macroeconómicas "muy desorganizadas". "Es muy difícil pronosticar qué pasará de acá a seis meses".
Romano afirmó que "estamos en un escenario de contracción muy diferente al de años anteriores donde todo se veía con optimismo". Hoy reina el pesimismo, los productores saben que "se trata de soportar un año malo tratando de perder lo mínimo posible para pensar en una nueva campaña donde los precios se estabilicen, bajen los costos, o cambie la macro", resumió el economista.
Costos en alza. A pesar del muy oscuro panorama que enfrenta la mayoría de los productores agropecuarios, muchos de ellos arrendatarios, los precios de la tierra no han tenido casi variaciones respecto a los valores de años anteriores.
Russo señaló que se registraron muy pocos cambios en los valores de los alquileres, no más de uno o dos quintales menos para la zona núcleo: "Bajaron los valores en los lotes marginales con altos riesgos, pero eso fue muy limitado en la región núcleo agropecuaria".
Con valores casi idénticos, los productores intentaron buscarle la vuelta al problema negociando más los términos de la financiación, sobre todo a través de la inclusión del dueño de la tierra en el riesgo con la idea de compartir ganancias y pérdidas.
El investigador del GEA subrayó que, este ciclo, el problema financiero es determinante para pensar la campaña: "Hay muchos casos donde los temas de la financiación son muy fuertes a la hora de decidir los cultivos, tenemos casos de personas que han conseguido campo pero que se quedaron sin capital de trabajo para afrontar la siembra".
Otro fenómeno inédito que caracteriza al ciclo que está arrancando es la merma en la aplicación de tecnología, donde la limitación se nota por ejemplo en la elección de híbridos más baratos en el caso del maíz, menores dosis de fertilización, y también una reducción en cuestiones de protección de los cultivos.
Esa retirada tecnológica empeora todavía más el cuadro de las malezas resistentes, el tema más debatido, analizado y precupante de la campaña pasada.
"Vemos que se agrava más el paquete de costos que significan las malezas resistentes, cuyo desarrollo y multiplicación le ha agregado un valor de entre 1 y 2 quintales al total de lo que significa el costo de entrar en producción", afirmó Russo, para quien en definitiva existen muchos elementos que se suman para limitar los resultados, que es lo que muestran los rindes de indiferencia.
El director de la Cámara de Sanidad y Fertilizantes (Casafe), Federico Landgraf, ya había adelantado el mes pasado durante la jornada de fitosanitarios que se realizó en el Inta-Oliveros que como entidad proyectaban una "caída en la demanda" de insumos debido a que "por un tema de rentabilidad el productor va a pensar mucho qué tiene que aplicar y posiblemente sacrifique un poco el nivel tecnológico".
"De la mano de la caída de los precios, esto tiene que tener un impacto", sinceró el directivo y señaló que "las empresas hacen un tremendo esfuerzo al financiar un producto al inicio de la campaña y cobrarlo al final", dijo Landgraf.
Es que mientras que en el invierno desde el GEA estimaban que esos rindes estaban un 15% más elevados que los del año pasado, el último cálculo de hace dos semanas lo ubica cerca del 20%, o sea entre 1 y 3 quintales más para la soja.
“Durante el invierno las cuentas del maíz están muy apretadas, lo que siempre cambia cuando arranca la campaña. Pero esto no está pasando con ninguno de los dos cultivos este año, no vemos cambios en la proyección de precios a cosecha para que se puedan acomodar los rindes de indiferencia”, afirmó el especialista.
Russo insistió con el tema de los costos, tanto en fletes como en insumos: “Todo el sector está esperando que suceda algo, que llegue algún cambio sea en Estados Unidos respecto a las cotizaciones, o sea algo mas del orden interno local”.
Estimaciones. El escenario no invita a desplegar demasiadas esperanzas respecto a los números finales de la actual campaña.
Según el especialista del GEA, el año pasado en esta misma época esperaban para los dos cultivos más de 25 millones de hectáreas, mientras que para esta temporada en el mejor de los casos estiman 24,5 millones: “Nos preocupa, y no descartamos que pueda haber una baja más fuerte aún con el correr de las semanas”.
Para el maíz se proyectan 3,7 millones de hectáreas, una caída de alrededor del 16% respecto al año pasado. Y si bien también se prevén siembras tardías que podrían compensar, destacó que hay posibilidades de que el área maicera siga cayendo.
Romano fue todavía mas lejos y estimó que la siembra de maíz sufrirá una caída muy fuerte al ser el grano que mayor inversión requiere, sobre todo en campos ubicados a mas de 200 kilómetros del puerto.
“Por el impacto que tienen los fletes se hace muy difícil producir, estimamos una caída superior al 20%”, dijo.
Para la soja, desde la GEA estiman una superficie sembrada de 20,5 millones de toneladas, contra 21 millones registradas el año pasado.
“No hay transferencia, el potencial era mucho más grande”, dijo Russo, quien resaltó el problema “inédito” de encontrarse con entre 300 y 500 mil hectáreas vacías, que tampoco se van a cubrir con desarrollos en ganadería ya que eso implica una fuerte inversión inicial que la mayoría de los actores del sector no pueden enfrentar.
Del mismo modo, Romano señaló que si bien gran parte del área que no irá a maíz irá a la oleaginosa, habrá una caída sojera de 1 millón de hectáreas en zonas mas marginales, donde hay muchos inconvenientes para que se ocupen los campos.
“Hay campos no arrendados, los que tienen baja productividad y están mas lejos de los puertos, está muy complicada la producción”, afirmó el especialista de la Austral.