Ramiro Sordo descansa en su natal Las Rosas, allí donde familiares y amigos, futboleros como él, le preguntan en todo momento sobre Maxi Rodríguez, Nacho Scocco y Pablo Pérez. En el pueblo no pasa desapercibida la figura de este joven de 20 años que tuvo su primera temporada en el fútbol profesional, jugando varios partidos de Newell’s en el último tramo del torneo. El futbolista, que es volante o extremo, le dijo a Ovación que “siempre” trata de divertirse en la cancha, como lo hacía de chico, aunque “con el compromiso de que representás a una institución”. Habló del deseo cumplido de jugar en primera, que tenía desde los 13 años cuando llegó a la pensión del club del Parque, de haber jugado en casi todos los puestos en inferiores y de que disfruta meter una asistencia en la misma medida que convertir un gol.
A los 4 años. El club Belgrano de Las Rosas es el más antiguo del pueblo y se había quedado sin actividades. En 2008, mi viejo y un grupo de gente organizó el fútbol infantil del club y ahí arranqué. Además de fútbol practiqué tenis. Me iba bastante bien, hasta que lo dejé cuando me fui a la pensión de Newell’s en 2014. Ahora sólo lo veo por TV. Sigo mucho los deportes.
Empecé de arquero. Pero mi viejo siempre fue delantero y hubo una disputa con mi abuelo, que fue arquero. Terminó ganando mi viejo y pasé a jugar de nueve. Cuando me probaron en Newell’s lo hice de media punta y por afuera.
¿Cómo llegaste a esa prueba?
Estuvo Hernán Llano (actual director de captación del club) con captadores de Newell’s en San Genaro, que está al lado de Las Rosas. Había una prueba de chicos y quedé seleccionado para ir a Rosario. Fui tres o cuatro veces y finalmente me ficharon. Tuvieron que darme a préstamo de mi club porque tenía 10 o 11 años. Cuando tuve edad de AFA, a los 13, me fui para Rosario.
¿Fue difícil la decisión de dejar la familia?
No me costó despegarme. Nací con una pelota y mi familia es futbolera. Tenía en claro lo yo quería hacer, que era jugar profesionalmente y salir en la tele. En la pensión te incluis en un grupo con otros chicos y es más llevadero, si bien es cierto que se extraña.
¿Hubo algún momento que pensaste en volver?
Hay momentos de bajones anímicos, seas más chico o más grande. En esos momentos hay que tener la cabeza fuerte, estando enfocado en lo que querés. Mis viejos me ayudaron mucho para eso.
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¿Sentiste el cambio en la forma de entrenar, en el juego?
A medida que subís de categoría sentís el cambio, de ritmo, de velocidad, de juego con la pelota.
¿Siempre de extremo o de volante izquierdo?
En inferiores pasé por todas las posiciones, menos de central y arquero. Adrián Taffarel, mi DT en séptima, fue quien me potenció y marcó mi camino. Me hizo pasar por todas las posiciones. Ahí me di cuenta para lo que estoy. Obviamente mis características son ofensivas. Últimamente me desempeñé de volante interno ofensivo o de extremo por izquierda o derecha.
¿O sea que no desconocías el puesto cuando Burgos te hizo ingresar de lateral-volante por derecha contra Palestino en la Sudamericana?
No. Es obvio que la gente que no me conoce y viendo que mis características son ofensivas le resultó raro, pero yo tengo la cabeza bien, fuerte, y sabía que lo podía cumplir. Tuve técnicos que me pusieron ahí. Hasta en la reserva jugué de lateral derecho. Conozco lo que puedo dar y la mayoría de las funciones de la cancha.
Ya que decís que te conocés, ¿cuáles son tus virtudes y aspectos a corregir?
Lo que siempre me recalcan es que debo mejorar mi juego en la zona defensiva. Mejoré en la marca, pero lo tengo que seguir haciendo. Y lo bueno mío es el pase y el remate. Me gusta asociarme y tener el manejo de la pelota.
¿Hay algunos futbolistas que te dan mayores indicaciones?
Los de experiencia. Nacho (Scocco), Pablo (Pérez), Maxi (Rodríguez), el Gato (Formica). Te ayudan y aconsejan lo que tenés que hacer. Es lo mejor de este grupo.
¿Cuáles fueron tus sensaciones cuando te dijeron que concentrabas para tu primer partido, que fue contra Talleres por la 1ª fecha?
Siempre esperás ese momento y para eso luchás en inferiores. Fue una alegría inmensa. No me tomó por sorpresa porque fue algo que buscaba y venía trabajando para eso.
El debut fue contra Boca en el Coloso, en el segundo tiempo, cuando ya perdían 2 a 0. ¿Qué se te pasó por la cabeza en esos instantes antes de ingresar?
Me puse a pensar en lo que tenía que hacer adentro de la cancha, en lo que el técnico me pedía y no volverme loco.
¿Cuáles fueron los consejos del Mono Burgos?
A los más chicos nos brindó su confianza, que hagamos lo que veníamos haciendo y tratando de ir mejorando. Uno se esfuerza en las prácticas para demostrarle que está a la altura para el momento que lo necesite el equipo.
¿Cuánto los afectó a los más jóvenes que los resultados no fueran los esperados?
Está claro que te sentís mejor con un equipo ganador, pero pienso que son momentos del fútbol y cuando no te va como realmente querés hay que apoyarse entre todos, que fue lo que hicimos. Así se pueden sacar buenos resultados, como pasó en los últimos partidos que jugamos, aunque lamentablemente no nos alcanzó en los números.
La diversión que se tiene de chico jugando al fútbol, ¿se mantiene también cuando se está en primera y con tantas presiones?
Siempre tratás de divertirte, porque es el deporte que hacés desde muy chico. Trato de jugar con libertad, pero con el compromiso de que representás a una institución. En mi caso el compromiso es con el club que me dio la pensión y la comida durante seis años o siete. El esfuerzo que hacés en la cancha es por el esfuerzo que hizo el club por vos.