Leer, escribir, producir un material audiovisual y subirlo a la web son las actividades que los
chicos de 4º año del secundario realizan en el taller “Tinta negra”. Una iniciativa que
desde el año pasado integra los espacios de expresión de la Escuela Técnica Nº 468.
“Tinta negra” es el nombre de este proyecto que la Red Telar Iern pone a disposición
de los docentes para incorporar el uso de la tecnología en el aula y del que participan alumnos de
diversas escuelas. Los chicos postean sus creaciones en el blog y luego se encuentran en foros de
discusión donde comentan sus trabajos e intercambian opiniones y dificultades.
En la técnica de 1º de Mayo 1059, el taller funciona como un complemento del área de lengua pero
además encuentra apoyo en el equipo de informática que acompaña la actividad. Si bien los
estudiantes tienen bastante facilidad y posibilidad de acceder a internet porque la terminalidad
que eligieron es informática, el proyecto de escritura tiene otra mirada. “La idea es que
puedan expresarse, que usen la imaginación y puedan contar sus sentimientos”, dice Delia
Aguirre, la profesora a cargo y coordinadora del proyecto en varias escuelas.
“Yo no me pregunto qué me pasa cuando lloro, no es algo en lo que pienso todo el día, pero
aquí trabajamos pensando en esas cosas, en qué sentimos cuando sentimos”, dice Exequiel, de
16 años, asombrado por las producciones logradas a partir de la lectura de poemas de Oliverio
Girondo.
“A mí me cuesta menos, porque yo lloro más”, agrega Magalí, que asegura llorar como
muchas otras chicas. Los varones vuelven a mirarse y agregan: “No sé, los chicos somos más
fríos o lloramos y listo”.
Los comentarios no son casuales: “Llorar a lágrima viva”, de Girondo, es la última
poesía que trabajaron en el aula y que gana la conversación. A partir de la misma los chicos
crearon presentaciones en Power Point, armaron ediciones fotográficas, recrearon libremente la
prosa del escritor argentino, actuaron y se filmaron utilizando el celular.
“Muchas veces aparecen dificultades tecnológicas y quejas porque no tenemos cámaras para
filmar ni equipo para editar, por eso decidimos incorporar las herramientas cotidianas: entre 4 o 5
chicos siempre hay uno que tiene un celular con cámara, que usan para sacar fotos, filmar y grabar
aprovechando las utilidades que trae el teléfono”, explica Delia Aguirre y señala que luego
los alumnos le pasan las imágenes registradas a través de bluetooth o infrarrojo.
Los chicos de la Técnica 468 también colaboran en la edición y selección de los trabajos que
hacen los alumnos de una escuela de Villa Gobernador Gálvez. “Ellos saben más de cuestiones
técnicas, entonces nos ayudan a transformar los videos”, agrega la profesora Aguirre que
muestra una pila de cds para editar y evaluar.
“El proyecto de escritura tiene varios años, pero veíamos que se agotaba en la producción
en el aula, por eso incorporamos el uso del sonido, la imagen al texto y el acceso a los blogs.
Siempre estamos viendo cómo sumamos nuevas herramientas a los proyectos colaborativos de la red
Telar”, agrega Erica Galli, estudiante de comunicación y asistente de la docente de lengua en
el taller.
Charlas por celular. El uso del celular es uno de los temas que una y otra vez
sobrevuela la conversación. Está prohibido en las escuelas, sin embargo en el taller “Tinta
negra” es un instrumento fundamental para la producción de los contenidos audiovisuales.
En referencia a esta charla, inmediatamente surge otra experiencia que los chicos de la técnica
vivieron el año pasado: la noticia de los alumnos que rompieron bancos, se filmaron con el celular
y lo subieron al popular sitio Youtube, recorrió los noticieros y salió incluso en los diarios
nacionales.
“En Canal 3 pasaban las imágenes aceleradas y con una música tenebrosa”, dice Eric
que recuerda lo terrible de aquellos días y a los compañeros que ya no están en la escuela.
Entre todos reflexionan sobre el impacto de la imagen y el manejo de los mensajes y acuerdan en
que si bien es posible crear discursos, subirlos a la web o llevarlos a los medios, después cada
empresa periodística decide cómo mostrar ese material, lo cual según lo que vivieron a veces puede
“traer problemas” e incluso ser “muy doloroso”.
Pero el trabajo con los medios les deja otra reflexión: “Ahora nosotros también aprendimos
a editar y armamos lo que queremos transmitir”, concluye Débora.