Opinión: La necesidad de escuchar otras realidades

"Hace mucho que venimos pidiendo que edifiquen otra escuela en el barrio, ya no podemos más con tantos chicos, todos los años se repite el mismo problema con los que quedan sin bancos. No tengo ganas de ir a pintar la escuela un sábado, doy mucho tiempo durante el año pidiendo y haciendo cosas para mejorar la escuela". El comentario es de la vicedirectora de una escuela de la zona oeste de Rosario, de un barrio muy humilde, lleno de carencias y donde el esfuerzo cuenta cada día del año.

  Con razón, la docente justifica su no participación en la campaña provincial que invita a pintar las aulas. Basta un solo recorrido por el edificio para entender que dejar techos en condiciones, reparar vidrios y hasta gozar de agua para el comedor es trabajo cotidiano.

  ¿Por qué no entender entonces el cansancio de muchos docentes, como dice esta vice rosarina, que justifica la ausencia en la jornada planeada para la fecha?

  A diferencia de lo que pasa en una localidad pequeña, donde los vínculos crecen con otros tiempos y la participación —como afirman los propios docentes— "está naturalizada", muchas escuelas de las grandes ciudades arrastran desde hace décadas la pérdida de lazos que dan sentido a cualquier tarea que emprendan: enseñar, estar presentes en los aprendizajes de los hijos o arreglar una puerta. No es casual que a este llamado oficial se hayan sumado poco más del 10 % de los establecimientos.

  Habrá que trabajar también para que una convocatoria como la campaña "Dale una mano a tu escuela" (que se anuncia como una propuesta para restablecer lazos y mejorar el compromiso) no enfrente entre sí a quienes integran las comunidades escolares castigadas por tantas ausencias del Estado y que no se sumaron con razón a la jornada de hoy.

Marcela Isaías