En pleno enero, cuando las escuelas descansan y reponen energías para iniciar un
nuevo ciclo escolar, más de 120 docentes y directores se dieron cita en Tandil para reflexionar y
proponer mejoras para la educación rural argentina. Provenientes de trece provincias, los
educadores nucleados en la Asociación de Maestros Rurales Argentinos (Amra) "Ingeniero Alejandro
Nogués Acuña" se congregaron en el XXIX Encuentro Nacional. Problemas de infraestructura y las
dificultades para garantizar la obligatoriedad del secundario fueron parte de los debates.
Definida por la vigente ley de educación nacional como una
modalidad del sistema, la enseñanza rural tiene por objetivo "garantizar el cumplimiento de la
escolaridad obligatoria a través de formas adecuadas a las necesidades y particularidades de la
población que habita en zonas rurales". Un espacio al que asisten cerca del 14 por ciento de los
alumnos argentinos, aunque 5 de cada 10 escuelas del país sean rurales. Realidad a la que no le es
ajena Santa Fe, ya que es la tercera provincia —detrás de Buenos Aires y Santiago del
Estero— con más escuelas de esta modalidad.
Eternos relegados
Presente en el encuentro de Tandil, Angela de Arrascaeta destacó el
congreso como un espacio donde pudieron llevar sus problemas ligados tanto a lo pedagógico como a
la cuestión edilicia. Es que, según apunta la docente santafesina, "las escuelas rurales no son
ajenas a los problemas de infraestructura que se ven en las urbanas".
"Lamentablemente somos históricamente los eternos relegados
del sistema, y aunque ahora somos reconocidos como modalidad, la verdad es que si no están dadas
las condiciones básicas para enseñar, es poco lo que se puede lograr para cambiar la situación
actual", afirma Araceli Sívori, directora de una escuela rural de Brandsen, y miembro de la
comisión organizadora del encuentro de enero.
Destacó que la reunión sirvió para poner en común proyectos
y propuestas concretas del sector, entre ellas la necesidad de estimular la participación de los
alumnos en las ferias de ciencias, promover la búsqueda de materiales adaptados a la realidad
rural, fomentar formas educativas que favorezcan el arraigo y el desarrollo local, y defender la
identidad de la escuela rural como lugar de enseñanza aprendizaje y no como espacio
asistencial.
No obstante, apuntó que aún este sector se siente en
"soledad, por temas como la falta de recursos, profesores especiales y una desatención histórica",
por la que "nunca se alcanza a cubrir todos los problemas, sino que se hacen por parte". "Como
docentes mantenemos la esperanza de que las cosas mejoren, pero es necesario que se atienda a las
escuelas rurales, para que no sean más el último escalón del sistema, como pasó con la ley federal,
donde por ejemplo el tercer ciclo de la EGB a muchas escuelas nunca llegó".
Si bien la nueva ley de educación determina la extensión de
la obligatoriedad del secundario, las escuelas rurales debaten precisamente las dificultades para
garantizar este derecho a la enseñanza. "La situación del campo es muy especial, porque hay
deserción, abandono y de esto no se hace cargo nadie", comenta Sívori. Una problemática que, para
la directora, no sólo le cabe al Estado, sino también a los sindicatos y a las familias, "que
muchas veces privilegian que sus hijos trabajen en el campo antes que seguir en la escuela".