En los últimos años, el debate sobre lo que sucedió a partir del 24 de marzo de 1976 comenzó a hacer pie en la aulas. A días de cumplirse el 40ª aniversario del inicio de la última dictadura cívico militar, La Capital reunió a un grupo de chicas y chicos que, en su paso por el secundario, gestaron proyectos para debatir sobre la identidad y la memoria en las aulas.
Tal es el caso de Agustina , que en la Escuela Pablo Pizzurno de Melincué participó de un trabajo escolar sobre desaparecidos enterrados como NN en el cementerio local. Jorge Torres estuvo entre los alumnos que votaron para que su escuela de barrio Tablada lleve el nombre de una joven obrera desaparecida: Sonia Beatriz González Abalos. El rescate también es para los chicos de barro Triángulo que le pusieron Madres de Plaza 25 de Mayo a su escuela. Entre ellos estaba Sacha Pedraza.
Los otros relatos son los de Micaela Di Pato, que cuando estuvo en la UES fue parte de las movilizaciones que permitieron desplazar al ministro de Videla, Ricardo Bruera, de la gestión del Colegio Rosario. Y en Granadero Baigorria, Camila Chirino Gualtieri y sus compañeros se sumaron al pedido para expropiar el excentro clandestino de detención conocido como La Calamita.
Convocados por La Capital, Agustina, Sacha, Micaela, Jorge y Camila destacan el acompañamiento de sus docentes y la importancia de que el tema de los derechos humanos, la identidad y la memoria tengan cada vez más espacio en las aulas.
Además, el recuerdo de los docentes desaparecidos Isauro Arancibia y Graciela Lo Tufo, una guía de lecturas de literatura infantil y juvenil para afianzar la democracia en las aulas y la opinión del exministro de Educación Daniel Filmus sobre la escuela como "formadora de valores".
La nota completa, mañana en el suplemento Educación de La Capital.