El primer recuerdo es Maxi durante las primeras horas de la mañana del sábado 9 de febrero del 2001 en la plaza Pringles, mientras consumía la anteúltima seca, hablando para adentro, casi ahogándose, decirle a Mariano que tenían que salir tipo cinco de la tarde desde la Plaza Sarmiento hasta la ruta 9. Según sus cálculos, tipo seis o siete iban a estar en la ruta, y a las ocho, cuando oscurecía, iban estar en viaje. Efectivamente oscureció, pero no los levantó nadie. Encima, cuando empezó a llover, las letras que decían “A Cosquín” en esa especie de cartel en cartón corrugado que habían escrito con tiza, se borraron rápidamente. Alrededor de las once de la noche un Honda Civic blanco los llevó hasta Marcos Juárez. Los dejó en una estación de servicio techada, improvisado refugio de la tormenta eléctrica. Y Maxi se acordó que allí vivía una ex compañera de la facultad de derecho. Fueron a su casa y a las 3 de la mañana, volvieron a la estación. Cinco minutos después pasó una camioneta que iba a Villa Giardino y los dejó en la puerta de la plaza Próspero Molina, donde se realizaron las primeras cuatro ediciones del festival. Encima, el tipo era Rosarino. Del segundo día sólo les interesaba Pez, así que decidieron quedarse el primero y regresar. Los pasó a buscar durante la mañana siguiente por la YPF que había en la entrada de Cosquín y cuando llegaron a destino, le prometieron una botella de vino Valmont.
Motivado por la experiencia de mis amigos, al año siguiente viajé acreditado, cubriendo el festival para Aire Libre, radio comunitaria de la zona oeste de Rosario. También fui a dedo, pero con menos suerte. A la ida, todo bien. A la vuelta, me levantó una moto en la puerta de Cosquín, y me dejó en la estación de servicio de un pueblo ruta adentro, donde amablemente me adoptaron por tres noche y cuatro días, hasta que un dignísimo camionero tuvo la gentileza de alcanzarme a Rosario.
Seguí yendo a casi todas las ediciones, y continué conociendo historias, las cuáles tengo en mi cabeza amontonadas en un cambalache de escenarios y años; como la del pibe que junto a dos amigos viajaron casi mil kilómetros en un fitito y llegaron intactos. Y otras tantas en el plano musical, como la de la banda de Bell Ville que quiso tocar unos temas más y se agarraron a trompadas con la seguridad del show. Como muchas de Charly García: cuando dio un excelente show de cierre, mientras que las gotas caían en forma de lluvia, y más que mojar, golpeaban, justo cuando se despachaba con una versión fantástica del Himno Nacional Argentino. También en el 2004 que llegó tardísimo, por fallas en el sonido no tocó ni tres temas, la gente invadió el escenario tirando los monitores y que se yo cuanto más. Me tocó verlo a Charly con los ojos de ‘no te acerques a mí’ por los pasillos de los camarines corriendo, mientras llevaba una bolsa llena de monedas e insultaba a lo que se cruce. Y luego, ya en la comuna de San Roque, invitado por Pappo.
Al Carpo también lo vi, en cuero y descalzo, hablando con los vecinos de la plaza, tranquilizándolos ante la duda sobre el comportamiento de la gente. También al Flaco Spinetta por dos. Una imagen increíble, en la plaza, Spinetta bajando del escenario luego de un gran show, de la mano se su hija Vera, que sostenía un muñeco de peluche. No se me borra la sonrisa de ambos, y Javier Malossetti que venía detrás, secándose la transpiración con una toalla. Y la otra en su última presentación en el festival, en el Valle de Punilla, tocando sentado junto a la batería. El predio inundado de Durazno Sangrando.
También recuerdo la sorpresa de ver a Los Natas en alguna de las ediciones. Igualmente a un Andrés Ciro observando sorprendido el despliegue escénico de Gabriel Ruiz Díaz tirándose al público desde tres metros de altura. El actual predio llenísimo coreando las canciones solistas de Skay en el 2011. Del mismo modo se me presenta otra edición, donde a la misma hora en dos escenarios distintos podías elegir para ver a la The No Smoking Orchesta o Viejas Locas. El segundo Cosquín Rock, del 2002, con Pappo’s Blues y Riff la misma noche, por única vez en la historia de la música argentina.
En otras ocasiones, se organizaron charlas con inmensos periodistas, informes sobre la UMI (Unión de Músicos Independientes), y tuvieron su escenario exclusivo el reggae y el heavy metal. También tengo presente una charla entre Rocambole y un chico del público: -Hola Mono, ¿hoy exponés en el festival? –No, bueno, en realidad, expongo todo el tiempo- le contestó, mientras miraba el escenario mayor, decorado con el logo del festival que el mismo diseñó. No es casualidad que los Babasónicos, hayan estrenado en Cosquín Rock la canción “Fiesta Popular”.
Cosquín tiene esas cosas. Y otras tantas, que tal vez sean sólo datos, pero significativos al fin. Como por ejemplo, que nunca un festival con estas características duró tantos años consecutivos. También que es el festival más federal, teniendo en cuenta que se transformó en el evento de música vinculada al rock que reúne gente de todos los puntos del país. Para que esto ocurra, además de la oferta musical, también ayuda la escenografía natural. Gracias a las sierras cordobesas, los que viajamos, no tenemos que soportar kilos y kilos de cemento a nuestro alrededor. Además, hoy esta lejos de ser sólo un festival de música. El atractivo pasa por muchos otros lados, tal es así, que es un buen punto de referencia para estar de vacaciones.
En este sentido, por ejemplo, este año generan expectativa las tres funciones por día que dará Fuerza Bruta en el marco del Festival. Sobre las tablas estarán: Charly, Fito, Lebón, Aznar, La vela Puerca, Las Pelotas, Almafuerte, Catupecu Machu, Horcas, Illia Kuryaky, Babasónicos, Pastillas del Abuelo, Nonpalidece, Dancig Mood, Massacre, Las Manos de Filippi y muchos más, entre esos, Jimmy Rip, quien fuera guitarrista y productor musical de Mick Jagger en su festejado disco Wandering Spirit.
Siempre queda algo por hacer con respecto a Cosquín Rock. Todavía me acuerdo, también, que ni Maxi ni el Gato le llevaron la botella de vino al amable conductor que los llevó hasta Cosquín y los devolvió a Rosario en óptimas condiciones.