"Pato rengo, las pelotas", pensó Miguel Lifschitz, y se puso a escribir una carta pidiendo el voto individual a favor de la reforma constitucional a los legisladores opositores, por encima de la disciplina partidaria. "No son tiempos para eso", responde, por abajo, la clase política, mirada de reojo por el estado de la economía.
Entre el quiero, y no puedo de la Casa Gris, y el puedo, pero no quiero de la oposición al Frente Progresista, el relato del gobernador le permitió surfear la ola pos derrota electoral de octubre de 2017, cuando Cambiemos hacía pata ancha, también en Santa Fe.
Ahora, que es otra novela en Santa Fe, Lifschitz no quiere ser parte de la historia pasada, aunque no pueda ser reelecto. En su cabeza, pasan, como nubes, tres objetivos diferentes: encabezar alguna vez una lista a convencional constituyente, poner proa en la construcción de un frente nacional y —la que menos le seduce, por ahora— estar a la cabeza de una lista de candidatos a diputado nacional. En el mientras tanto, el gobernador rechaza los planes de ajuste del gobierno nacional y el FMI para la provincia. "Cuando fueron al Fondo no nos pidieron opinión. Que se olviden de pedirnos usar la podadora", se le escuchó al gobernador. El diálogo por el pago de la deuda quedó en el freezer en las últimas dos semanas, tras los dichos de Antonio Bonfatti. Seguiría en los próximos días.
En los dos últimos párrafos de la larguísima carta del gobernador a la opinión pública, revelando que no se bajará de la idea reformista, está el jugo de la declaración. "Los proyectos que se están discutiendo en el Congreso nacional, con una enorme participación de la ciudadanía y con ricos debates, donde cada legislador argumenta según sus convicciones, nos marcan un camino que Santa Fe debería imitar", puntualiza, en un llamamiento para que los legisladores —como los diputados nacionales respecto del aborto— voten según su libre albedrío.
Cree Lifschitz que nadie está en contra de la reforma constitucional, sino de la reelección y, por eso, de manera más enfática, deja de lado su íntimo objetivo de poder tener acceso a otro período de cuatro años al frente la Gobernación. "Siempre dije que habilitar la reelección del actual gobernador no era lo principal del proyecto ni el objetivo más importante. Ahora vengo a ratificar esa convicción. Voy a seguir impulsando la reforma de la Constitución hasta el último día de mi mandato", escribe en su misiva, dirigida a propios y extraños.
Los dichos de Rubén Galassi respecto a un futuro presidenciable del ex intendente rosarino generaron todo tipo de especulaciones en la interna socialista, que ya no es aquel ámbito de los 90, en que todo quedaba encerrado en cuatro paredes, como si se tratase de una secta. El diputado provincial socialista le dio entidad a un futuro nacional de Lifschitz, y dijo que sería mejor presidente de la Nación que Mauricio Macri, entre otros. Un fuerte aval al gobernador que, sin embargo, fue leído por algunos como un intento de sacarlo de la política santafesina.
"Sin Lifschitz encabezando la campaña en Rosario y Santa Fe no hay 2019 para el socialismo ni para el Frente Progresista. Lo dicen todas las encuestas", se posicionan desde la Casa Gris. Para evitar especulaciones, el mandatario deja en la carta un claro mensaje, aunque con otras palabras: tendrá el control de la lapicera hasta el último minuto de su mandato.
El cambio de escenario político en la Nación empieza a reflejarse en los sondeos santafesinos y en las actitudes de los partidos y dirigentes oficialistas. Parece reasomarse a la provincia un escenario de tres tercios, que lucía lejano después del triunfo electoral del macrismo con Albor Cantard, que produjo el fenómeno de ganar las elecciones sin ser conocido por la mayoría de los electores. Eso se llamó valor de marca. Y se llamó Mauricio Macri.
Hoy, las dos cosas están en baja. Pero nada es definitivo. Para las elecciones nacionales falta un año y medio. Y para las locales ni siquiera hay candidatos posicionados. Salvo Omar Perotti, quien largó primero que todos y recorre sigilosamente la provincia. Para desesperación de otros peronistas que quieren ser llamados a su puerta por el senador rafaelino.
"Omar es así. No se caracteriza por su generosidad. Y sabe que tiene votos. Pero nada está definido. Hace poco recibimos a María Eugenia Bielsa, y nos dijo que aún no definió pero que tiene ganas de competir en una gran interna. Ella, políticamente, tampoco es un dechado de generosidad, ni mucho menos", voceó a LaCapital un senador del PJ, pidiendo reserva de fuente.
Sea como fuere, en ese escenario de tres tercios, todo dependerá de la marcha del gobierno nacional. Es su caída lo que tornó competitivo al resto. Nadie, intelectualmente honesto, podría decir que la foto de hoy será la película de octubre de 2018, cuando se vean los jugadores en la cancha. No es poco, pese a la caída, el núcleo duro que sigue sosteniendo a Cambiemos.
En la entrevista que hoy se publica al encuestador Gustavo Córdoba (ver Sección Política, página 22), se le adjudica al presidente un valor negativo de 55 por ciento, pero una valoración positiva del 42 por ciento. Bien vale tener en cuenta que cuanto más cerca se está del 40 por ciento de los votos, más accesible será un triunfo en primera vuelta. Aunque, no es lo mismo imagen que intención de voto. Y es demasiado temprano para valorar todo lo referente a la intención de voto.
Trasladadas todas esas teorías a la práctica política santafesina, la realidad indica que, de ahora en más, empiezan todos y cada uno de sus protagonistas a tener en mente las elecciones del 2019. Para esta misma fecha, dentro de un año, ya estarán electos el gobernador, los intendentes y los legisladores provinciales.
Santa Fe adelantará los tiempos de la política nacional.