El hincha leproso puede empezar a memorizar el nombre completo: Diego Mario Francisco Osella. Sí. Porque la victoria de ayer en el Gigante no fue una más en la historia de Newell's. Fue la que cortó una racha adversa que amenazaba con perpetuarse hasta límites insospechados, mucho más después de ese primer tiempo en el que sufrió de lo lindo y de un complemento que se iba con un cero que parecía inmodificable. Pero esto es fútbol, no sabe de merecimientos, gana el que la mete más que el rival y así el club del parque Independencia, de la mano de este técnico al que sólo sostuvo esta comisión que ganó las elecciones a mitad de año, se sacó de encima un lastre tremendo. Y hay que decir que lo ganó con la suya. A eso apostó su equipo: a defender como una roca y a una pelota. Que la haya tenido en el adicional le dio un valor épico, además de dejar sin reacción al rival. Y más allá de las formas puso a esta victoria rojinegra en un pedestal de las que serán recordadas sin dudas y que dejan a aquel zaguero de breve currículum en 1ª merecedor de un marquito.