Marcos Cáceres estuvo rodeado ayer por la prensa de su país. Es que su llegada a Cerro Porteño fue la noticia del día para el fútbol de Paraguay. Y ni bien estampó su firma, ni bien dejó en orden todos los papeles, el defensor guaraní, uno de los pilares del título del torneo Final 2013 y de ese ciclo virtuoso que amagó extenderse más allá de Gerardo Martino en Newell's, atendió a Ovación porque tenía muchas ganas de despedirse, como quizás hubiera querido (ver: "Uno de los últimos mohicanos..."), de un club donde pasó nada menos que 4 años de su carrera futbolística y "llena de satisfacciones", más allá de la última imagen a la que intentará contextualizarla.
"Voy a ser siempre un agradecido a Newell's", remarcó el paraguayo desde Asunción. Y más allá de que algunos siempre se quedan con el último flash, Cáceres no dudó a la hora de hacer un balance de más 100 partidos con la camiseta leprosa, con la 4 en la espalda. "Fue todo muy positivo. Peleamos tres campeonatos, ganamos uno, llegamos a una semifinal de Copa Libertadores. Es cierto que los últimos tiempos no fueron buenos, pero me llevo lo mejor de mi paso por este club". Y remarcó: "Me fui muy tranquilo porque siempre di todo y disfruté muchísimo mi estadía en el club".
—El último tiempo imagino habrá costado más.
—Lo disfruté igual porque si bien no era bueno el momento futbolístico sabía que eran mis últimos seis meses. Trataba entonces de sentirme bien en la cancha, como se podía y abstraerme del entorno.
—¿Martino fue un poco tu padrino futbolístico, el que te llamó a Newell's, te puso de lateral derecho y te bancó?
—Tuve la suerte de que llegué a un equipo armado y que había peleado el campeonato anterior. Obviamente al Tata lo conocía mucho de la selección y me potenció. Sin lugar a dudas fue el pico máximo mío y de muchos chicos que se terminaron yendo.
—No te costó nada adaptarte entonces.
—Sí, claro. Me adapté enseguida, además porque había muy buena gente y eso fue muy importante para mí.
—Cuando llegaste ¿sabías que el Tata te iba a poner de lateral derecho y que podrías pasar mucho al ataque?
—Sabía que iba a jugar de lateral como en la selección, pero el juego se fue dando, muchos chicos interpretaron al Tata, fuimos tomando confianza y el grupo se hizo fuerte en esa filosofía. Por eso creo pudimos hacer ese fútbol. Yo siempre fui un defensor más de los tradicionales pero me fui adaptando, no me costó mucho y el equipo potenció lo que hacía con mis proyecciones, porque había jugadores de buen pie, que entendían muy bien el juego.
—Empezaste bárbaro de lateral y con Osella terminaste de zaguero. ¿Te costó readaptarte a esa función?
—El técnico consideró que debía ser zaguero y traté de hacer lo mejor. Obviamente cuando todo el equipo no está bien todo parece no estarlo y siempre me esforcé al máximo por cumplir.
—Mencionabas que se fueron muchos luego del título. ¿Los casos de Heinze o Bernardi influyeron mucho para el bajón posterior del plantel?
—Seguro, o el de Pablo Pérez también. Cada uno era una pieza fundamental. En el último tiempo creo que éramos tres o cuatro de ese plantel, pero son situaciones normales en un club de fútbol. Ese equipo tenía jugadores además en un nivel muy alto y no se pudo mantener.
—¿El vacío institucional del último tiempo repercutió también para este desenlace?
—Sabíamos que la institución no pasaba por un buen momento. Había mucha presión por el tema de los clásicos que a los dirigentes también los llevó a la decisión de adelantar elecciones. Hubo muchas situaciones. Cuando un club está ordenado se puede llevar mejor la cuestión del fútbol pero es normal que esto pase. También no era bueno que a varios jugadores se les venciera el contrato. Igual, empatamos muchos partidos que estuvimos cerca de ganar y quizás otra hubiera sido la imagen final.