Un consultor informático de 49 años quedó a un paso del juicio oral luego de haber estafado a Aerolíneas Argentinas durante cuatro años a través de la compra de pasajes con tarjetas de crédito ajenas. A lo largo de ese tiempo, el ingeniero de sistemas Martín Alejandro Fumarola llegó a convertirse pasajero "platino" de la compañía por la frecuencia con que volaba.
La Cámara Federal porteña confirmó esta semana el procesamiento que el juez Martín Rafecas le había dictado a Fumarola, consultor informático y traductor, quien adquirió 26 viajes utilizando tarjetas de crédito de otras personas, emitidas en el país y en el extranjero.
Fumarola compraba los pasajes a través del sitio web de Aerolíneas Argentinas. Lo hacía con tarjetas de crédito verdaderas de otras personas que en las oportunidades en que no superaban el límite de compra —la mayoría de las veces— el ticket quedaba automáticamente autorizado. Fumarola solo ponía como verdaderos su nombre y su número de documento, es decir, los datos que le iban a pedir para tomar el vuelo.
Los dueños de las tarjetas desconocían el gasto que les llegaba. Pero cuando eso ocurría, era tarde porque Fumarola ya había hecho el viaje.
El acusado hacía la compra los fines de semana y por la noche, a pocas horas de tomar el vuelo, que solía ser el primero del día. En esos días y horarios no hay agentes para controlar el sistema, que es automático y emite la reserva cotejando los datos de la tarjeta de crédito. Para cuando el personal llegaba y podía advertir la estafa, Fumarola ya había llegado a destino.
Para no ser descubierto y que su nombre no se asociara con los datos de los vuelos cuyos pagos eran rechazados, Fumarola utilizaba distintas tarjetas, correos electrónicos y números de teléfono en cada compra. El único dato verdadero era siempre su nombre y su DNI. Por eso en Aerolíneas no podían unir el rompecabezas para saber que el fraude lo repetía la misma persona.
Para achicar los riesgos, el hombre solo compraba un tramo del vuelo y en caso de vuelos internacionales —donde la obligación es adquirir el pasaje de ida y vuelta— utilizaba nada más que el primer ticket. Así, en caso de ser descubierto no quedaba expuesto al tomar el vuelo de regreso si el dueño de la tarjeta desconocía la compra tempranamente.
Tampoco compraba los pasajes personalmente o por teléfono porque así se hubiese asociado su nombre a los viajes que nunca se pagaron.
La primera vez que burló el sistema fue el 24 de octubre de 2008. Ese año compró siete pasajes; en 2009, dos; en 2010, siete; en 2011, seis; y en 2012, ocho. En rigor, solo tomó 24 vuelos porque los restantes no se concretaron.
Su principal destino era Córdoba, ciudad en la que nació y vivía. Pero también tenía viajes a Bahía Blanca, Salta, Brasil e Italia. El costo total de los 30 pasajes fue de 30.400 pesos.
La Dirección Nacional de Migraciones informó a la justicia que Fumarola además tenía viajes a Panamá, Estados Unidos, Sudáfrica, Emiratos Arabes, Chile, Alemania, México, Francia, Uruguay, Bolivia y Perú. También compró pasajes en otras empresas como LAN, Lufthansa y Air Canada pero no forman parte de la causa.
Mientras que Aerolíneas no lo descubrió, consideró a Fumarola un gran cliente y lo premió como socio platino y lo incluyó en el programa de "pasajeros frecuentes", que le permitía juntar puntos para seguir viajando, gratis. Hasta que en 2012 la empresa lo descubrió y lo puso en la "Watch List" que le prohíbe viajar por Aerolíneas o Austral.
El hallazgo se produjo, declaró una empleada de Aerolíneas en la causa, por las operaciones a repetición que hicieron su nombre familiar y que llegaron a vincularlo con las compras desconocidas.
Cuando se enteró de la denuncia en su contra, Fumarola se presentó en la empresa. Reconoció la deuda y prometió pagarla a cambio que no le quiten los puntos que había obtenido en los viajes, que lo saquen de la lista negra y que retiren la acusación en su contra.
Nada de eso pasó y la causa se inició. El juez Rafecas allanó su domicilio en Córdoba y allí encontraron tarjetas de créditos, de hoteles y de compañías áreas; aparatos para leer tarjetas de crédito, el documento de identidad a nombre de otra persona pero con su foto, su pasaporte, su visa de Estados Unidos, una hoja con impresión del estado de Cuenta Lanpass, entre otras cosas.
El juez Rafecas lo citó a indagatoria pero Fumarola no se presentó. Por eso el magistrado lo declaró rebelde y ordenó su captura. Fue llevado a los tribunales de Comodoro Py donde se negó a declarar y luego fue liberado.
Con todas las pruebas en su contra, el magistrado lo procesó en febrero pasado por el delito de defraudación en perjuicio de la administración pública que tiene una pena de dos a seis años de prisión y le dictó un embargo de 50 mil pesos.