Si antes de ganarle a Chile Gerardo Martino dormía como un león, en estos días en Chicago seguro que pudo conciliar el sueño como un bebé. Porque el equipo le dio la respuesta que tanto esperaba. Que no fue más ni menos que tener una confiable y reconocible compostura colectiva sin acudir al socorro de Lionel Messi.
Pero ahora el Tata levanta las manos porque lo asalta la peor de las dudas. Un interrogante que le carcome sinceramente el pensamiento, más allá de que él sea un experto en eso de ocultarlo públicamente. ¿Qué hace el viernes contra Panamá: lo arriesga o no a Messi?
Si la respuesta está en lo que dijo en la conferencia del domingo, previo a jugar contra Chile, todo indica que Messi juega. El técnico del seleccionado habló que con cuatro días más de recuperación iba a llegar bien al cotejo ante Panamá. Ese tiempo se estaría cumpliendo el viernes. En el medio, Messi fue sumando trabajo junto a sus compañeros y ayer ya intensificó con la pelota en un ejercicio en el que se probó en reacción y algo de velocidad en la primera práctica que el equipo cumplió en Chicago, en el campo de deportes de la Universidad de Illinois.
Los periodistas sólo pudieron observar la entrada en calor en los 15 minutos permitidos. El resto, como ya es costumbre, Martino les baja la persiana a los curiosos de turno. O, por los menos, lo intenta. Es que siempre hay alguno que mete el ojo por una hendija y ve lo que el Tata no quiere que se vea.
No obstante, acá no hay mucho margen para hacerse el misterioso. Martino maneja un abanico de posibilidades con relación a la postura que debe tomar con Leo. Obviamente que no sólo consulta con su almohada. También lo hace con sus colaboradores, el médico y el propio Leo. La misma mecánica que utilizó en la previa a Chile. Aunque ahí ya sabía de antemano que no lo arriesgaba y optó por mantener la incertidumbre periodística. En cambio, ahora sabe que Messi está mucho mejor, no totalmente recuperado, pero él quiere jugar sí o sí. Cuentan que se ve como un león enjaulado, con unas ganas tremendas de salir a escena en esta Copa América que la tiene entre ceja y ceja.
Lo que pasa es que Martino no sólo pone en consideración el partido contra Panamá, sino que ata cabos para lo que viene. Ni a un trasnochado podría ocurrirsele que Argentina no les gana a los caribeños. Si pasa eso, directamente hay que dejar la computadora en Estados Unidos y volverse a la Argentina para dedicarse a otra cosa. Martino también sabe, pero jamás lo diría en público, que el partido está ganado de antemano y el equipo podría prescindir tranquilamente de Leo. Por eso no le cae tan mal la posibilidad de no exponerlo a los patadones que seguramente recibirá si está adentro de la cancha contra los panameños. Y con esto no se quiere ser peyorativo. Ni que se crea que son malintencionados. Sencillamente son brutos y no tienen todavía calibrada la distancia para llegar antes de tiempo a una pelota sin cometer infracción.
Así como es un escenario probable, no es seductor para Martino. Pese a que Leo luce bastante recuperado de la lesión en la espalda y las costillas, si llega a recibir un golpe en la zona puede empeorarse la situación con la lupa puesta en el futuro. Y esa proyección ya lleva a cuartos de final, una instancia que ya no perdona nada. Da escalofríos de sólo pensar que Messi no esté para esos partidos que reconocen sólo a ganadores y culpables.
La otra que le queda al Tata es meterlo de suplente y que sume minutos de fútbol cuando el encuentro esté más o menos encaminado en el resultado. Ahí sigue corriendo riesgos, pero menos porque, en teoría, jugaría un tiempo o quizás menos.
A todo esto, si Messi se sienta en el banco contra Panamá igual como lo hizo ante Chile, llegaría al encuentro del martes 14 frente a Bolivia en Seattle sin ritmo de competencia. Otro pecado capital tratándose de él. Porque de ahí a los cuartos, que se disputarán el 18, hay muy pocos días para lograr la puesta a punto con sólo haber jugado 90 o más minutos. Está bien que el rosarino suele entregar señales de tener un físico privilegiado, pero la verdad es que no asoma conveniente poner a prueba esa condición justo durante el desarrollo de la copa.
El entrenador tiene la última palabra. Pero a la decisión la cocina a fuego lento. No es una determinación fácil de tomar porque, la mínima equivocación, puede traer consecuencias traumáticas para las aspiraciones del equipo en Estados Unidos. Pero el pensamiento del Tata Martino, a no ser que esta situación en particular le haya cambiado el chip, siempre fue de reforzar con hechos esa máxima que dice que "aquel que no arriesga no gana". w
Leo entrenó con pelota a la par del plantel
argentino realizó ayer tareas normales a la par del plantel, mostrándose muy mejorado del problema lumbar que lo aqueja y que le impidió jugar el lunes último ante Chile. El crack rosarino estuvo en el campus de la Universidad de Illinois, en la primera práctica argentina en Chicago, y participó del ejercicio de fútbol reducido que diagramó el Tata Martino. Habrá que esperar a ver si hoy intensifica el trabajo para jugar mañana.