Domingo, diez y media de la noche pasadas. El diario se encamina al cierre de las últimas páginas y la Redacción comienza a quedar desierta. Quedan los últimos editores y cronistas, la mayoría de ellos de Deportes, que pulen los detalles finales de la cobertura sobre la derrota de Central frente a Unión. Las pantallas de los televisores muestran los goles de la fecha del fútbol, algún programa periodístico de los que pueblan la noche del último día de la semana y poco más. En la planta impresora se preparan para poner en marcha la rotativa. La edición de La Capital que los lectores verán el lunes está casi lista.
Pero de pronto entra un mensaje de WhatsApp al teléfono de un editor, que ese día no trabaja y está fuera de la Redacción. Contiene un dato que parece una bomba informativa, algo que pasó el día anterior en la ciudad y que dará que hablar al día siguiente, si se confirma que ha ocurrido.
El mensaje dice: "Fiesta de la UNR en el ECU. Servicio de Megna. 450 a 500 invitados, 122 intoxicados. No había aire acondicionado. Se sirvió la cena a la 1 hs y se convocó a las 21.30".
El autor de ese texto telegráfico agrega algunos datos más y el receptor avisa a sus colegas en la Redacción. Allí se pone en marcha un rápido operativo para tratar de confirmar la noticia, y de ser posible para ampliarla. Hay que saber qué pasó, chequearlo con varias fuentes, escribirlo y después decidir si se publica. Todo, en la hora escasa que falta para mandar las últimas páginas y la tapa del diario a la rotativa.
Un llamado al rector
Hay entonces varios llamados telefónicos. Uno es al rector de la Universidad Nacional de Rosario, Héctor Floriani. El organizó la fiesta para celebrar los 40 años de la casa de estudios y él eligió el lugar donde se haría. Es la fuente más autorizada para confirmar o desmentir el contendido del WhatsApp sobre la supuesta intoxicación masiva.
El cronista que lo llama tiene pocas esperanzas de que Floriani atienda, por la hora y porque tal vez el rector imaginará el motivo del llamado, pero el arquitecto contesta el teléfono y admite, no sin fastidio, que hay personas afectadas por lo que ingirieron la noche anterior en la fiesta de la UNR. Después corta sin dar detalles, aunque ya confirmó lo más importante.
Había noticia.
Se suceden luego otra serie de llamados, varios de ellos a personas que habían asistido a la cena. Algunas responden, otras no. Es ya cerca de la medianoche cuando el editor a cargo decide cambiar una página interior del diario y también la tapa: la novedad, resuelve, tiene suficiente entidad para abrir la edición del día siguiente.
Pasa un rato más hasta que se escriben los textos y se buscan más datos. Falta ratificar algunos, como el rol que tuvo en la preparación de la cena el cocinero Marcelo Megna, un referente de la gastronomía rosarina. Como no es posible obtener certeza sobre eso, el dato no se incluye en esa primera cobertura.
Lo más importante, sin embargo, se ha logrado: hay varias decenas de personas intoxicadas en una cena de la UNR y esa será la noticia de la que hablará la ciudad al día siguiente.