En 1970 Aldo Poy decidió esconderse en las islas entrerrianas para boicotear su transferencia a Los Andes. La historia, que parece extraída de un cuento, merece ser leída sin interrupciones y narrada por el propio protagonista.
En 1970 Aldo Poy decidió esconderse en las islas entrerrianas para boicotear su transferencia a Los Andes. La historia, que parece extraída de un cuento, merece ser leída sin interrupciones y narrada por el propio protagonista.
"Me escapé porque iba don Angel Zof a buscarme a mi casa para llevarme a Los Andes, que había salido subcampeón. Yo vivía a tres cuadras de la cancha. Un día llegó don Angel y mi vieja le dijo que yo no estaba. Cuando se fue, me fui a caminar por el parque Alem porque yo vivía en el parque Alem, no se me había ocurrido irme a ningún lado. Iba caminando por la costa donde fui cientos de veces con mi papá a las cinco de la mañana a cazar pájaros. Donde hoy está el balneario municipal había un yuyal. Habíamos hecho un camino para pasar y mi papá había limpiado un pedazo de césped en el que poníamos la red para cazar pajaritos. Le encantaba hacer eso. Cada tanto él iba a la isla a la casa de un amigo y se quedaba dos o tres días. La isla no existía, había como máximo 5 ó 6 pescadores. Mientras caminaba me encontré con este hombre que había venido a comprar mercadería a Rosario. Le expliqué lo que pasaba y me fui con él a la isla. Eso fue un jueves, me volví el viernes a la tarde y el sábado me metieron en un colectivo y viajé con la primera a Buenos Aires. Y allá siguió el tema".
"Me agarraron otra vez don Angel y el presidente de Los Andes. Yo le pedía 5 ó 6 veces lo que ganaba acá y el tipo me decía: «No hay problema». Y de prima quiero tanto y la misma respuesta: «No hay problema». Vesco, que había asumido ese año como presidente, caminaba y escuchaba. Me daban todo lo que quería y ya no me quedaban cosas por pedirle. Igual les iba a decir que no. Pero en un momento le dije que quería la mitad del contrato en efectivo. «Ah, eso no», me contestó el hombre. Y entonces se acercó Vesco y me preguntó: «¿Vos te querés ir o no?». No, no me quiero ir, le dije. «Bueno, entonces demos por terminada la charla y listo», me dijo. Y ahí terminó la historia".
"Después tuve la oportunidad de irme a Celta de Vigo y en el 73 a Paris Saint Germain, el equipo francés que está de moda. Hasta los pasajes en la mano tenía. Hacía como seis meses que me tenían con el tema. Era 28 de diciembre, habíamos salido campeones y yo me casaba el 2 de enero y ahí encontré la excusa perfecta. En realidad el casamiento no era un impedimento, pero no me quería ir".