Fiesta. Completísima. Con los grandes protagonistas en esplendor. Como si fuera reciente la obtención y no hace 30 años. Con el 10 contento, suelto, cómplice junto a esos compañeros a quienes se los veía notoriamente muy felices. Un reconocimiento merecido a estos campeones argentinos del Mundial de México 86. Lo pedían, sobre todo porque lo necesitaban. Querían esos aplausos que se fueron perdiendo con el correr del tiempo, los que hoy tal vez suenan más fuertes porque desde entonces ningún capitán argentino logró levantar esa copa dorada que Maradona muy bien portó en las manos, después de ganarla con los pies, la cabeza, el corazón y en conjunto.
Una celebración que largó con una previa de entrevistas libres en la que todos los futbolistas contaron sus recuerdos y anécdotas. Extensa, que le dio paso a la cena de gala en el centro cultural Arturo Frondizi de Vicente López, en la que estuvieron quince de los campeones, a los que fueron presentando de a uno por órden alfabético, dejando para el final a Diego, para que estallaran los aplausos.
Aparecieron por orden de camiseta, teniendo en cuenta el abecedario que eligió el DT campeón Carlos Salvador Bilardo, también presente, para asignarles los números. Desde el 1 al 22, aunque justamente ellos no tuvieron la suerte de jugar, pero claro que son campeones. Dos de estos pagos: el Negro Almirón (1), rosarino y leproso, fue el primero en subir al escenario. El Cabezón Zelada (22), de Maciel y canalla. En medio, el Checho Batista (2), el Bocha Bochini (3), el Bichi Borghi (4), José Luis Brown (5), Jorge Burruchaga (7), el Negro Enrique (12), el Mago Garré (13), el Gringo Giusti (14, nacido en la santafesina Arbarellos), Luis Islas (15), el Vasco Olarticoechea (16, de los más requeridos por su designación como DT argentino para los Juegos Olímpicos de Río), Nery Pumpido (18, de Santa Fe capital), el Cabezón Ruggeri (19) y el Chino Tapia (20). Claro, también el 10 (Maradona, obvio). En representación del fallecido José Luis Cuciuffo (9) estuvieron sus hijos, mientras que no pudieron asistir Daniel Passarella (6), Néstor Clausen (8, de Arrufo), Jorge Valdano (11, nacido en Las Parejas), Pedro Pasculli (17, de Santa Fe capital) y Marcelo Trobbiani (21, de Casilda). Y más campeones, como el ayudante del DT Carlos Pachamé, ayudado por un bastón, el Negro Molina (masajista) y el reconocido Galíndez, también masajista y atrevido por las chanzas de Maradona, al punto que cantó Popotitos y también recibió en la cabeza castigos amistosos del 10.
Con el tema musical con el que lo retrató a la perfección Rodrigo y el "olé, olé, olé... Diego... Diego", una pose para las fotos como el superequipo que fue y palabras del 10 largó la cena.
"Pasaron 30 años, pueden ser muchos y en realidad son pocos. Pero no porque lo nuestro fuera una hazaña en el Azteca sino porque fuimos en decadencia y hoy la estamos pasando muy mal, aunque este es otro tema. Lo que sí, no dudo que esta selección es, fue y será la mejor que tendrán los argentinos", sentenció Maradona.
"Queríamos un gracias. Un te quiero. Un aplauso. Un homenaje. Y hoy lo estamos haciendo", siguió. Y como para demostrar que estaba entusiasmado, feliz como todos, pese a que lo chicaneó al periodisa Tití Fernández "no me dejés solo, no te hagas el pelotudo", continuó con anécdotas y recuerdos (ver aparte).
También hubo tiempo para distinciones, como un cuadro y la foto instantánea de los campeones en la fiesta, y en especial la distinción que el gobierno santafesino realizó a los representantes de la provincia. Nada menos que 8 jugadores, de los que hubo cuatro presentes (Almirón, Giusti, Pumpido y Zelaya) y también ligó Maradona, que recibió de manos del gobernador Miguel Lifschitz, a quien Diego ya le había agradecido desde el escenario el aporte para la concreción de este homenaje en el que mucho tuvieron que ver Nery Pumpido y el Cabezón Ruggeri.
Y hasta se dio ese abrazo que parecía imposible entre los hasta anoche enemistados Maradona y Bilardo. "Yo ahora me voy a Dubai, pero espero que esto sirva para que sigamos charlando y mejorando todo para el bien del fútbol argentino".
La celebración continuó hasta pasadas las doce y se cerró con Valeria Lynch cantando el hit de los campeones del 86: "Me das cada día más", en la que hasta Diego se animó a entonar hasta que cayeron miles de papelitos celestes y blancos para que la fiesta fuera bien argentina, como estos futbolistas siempre se merecieron por el amor a la camiseta y lo que pusieron afuera y adentro de la cancha.