La cantante Alejandra Zambrini estrena su disco "Bésame en la boca", hoy a las 21.30 en la Terraza de la Cúpula (Sarmiento y Mendoza), acompañado por Guillermo Copello en violín y Lucas Querini en piano.
Por José Cavazza
La cantante Alejandra Zambrini estrena su disco "Bésame en la boca", hoy a las 21.30 en la Terraza de la Cúpula (Sarmiento y Mendoza), acompañado por Guillermo Copello en violín y Lucas Querini en piano.
La obra es una apuesta musical y teatral que recorre el amplio repertorio tanguero con una puesta en escena ideada y dirigida por Rodolfo Pacheco. Con este espectáculo realizaron giras por Argentina y España, culminando con una función a sala llena en el teatro López de Ayala en la ciudad de Badajoz.
—¿Qué diferencias hay entre este "Bésame en la boca" y el de hace 12 años, antes de la gira española?
—Tras siete años de recorrido, la obra ha crecido substantialmente. Las obras son como los buenos vinos, el tiempo las asienta, las mejora y el tamiz del público que las va transitando las hace brillar más y más en cada función. Hablando un poco en broma y un poco en serio, creo que los españoles vieron la mitad de la obra que tenemos ahora (risas). Y la gran diferencia es que ahora tenemos el disco, se pueden llevar la música a casa, que es algo que muchas veces nos han pedido.
—¿Cuáles son las inspiraciones?
— La inspiración más profunda en relación al tango viene de mi infancia pueblerina. Mi abuela en el patio, tendiendo la ropa y silbando tangos, mi abuelo chamuyando en lunfardo, mi mamá tocando el piano en las tardecita, mi papá firuleteando ochos, cortes y quebradas haciendo que todos se sienten para verlo bailar... Las calles de tierra, el campo, el amor adolescente. Todas esas imágenes son las que me habitan cuando canto. Y más acá en el tiempo mi gran inspiración son mis hijos, ellos están ahí, siempre atentos para que no me olvide de cantar, porque a veces me voy por las ramas. La influencia más grande son los directores de teatro con los que he tenido la fortuna de trabajar. Ellos son los que han marcado mi rumbo en la búsqueda profunda de la interpretación. Yo aprendí a cantar con directores de teatro, Rodolfo Pacheco ¡el que más! También Chiqui González, Javier Palomino, entre otros. Otra influencia importante son las cancionistas de las primeras épocas del tango. No porque quiera imitarlas, sino porque encuentro en ellas el origen del camino que pretendo recorrer. Creo que cuando uno conoce lo que hubo antes tiene más herramientas para la búsqueda, es no arrancar de cero.
—¿La salida del disco es el punto final de un exitoso "Bésame en la boca", que te llevó por tantos escenarios?
— La salida del disco, lejos de ser un punto final, creo que es el comienzo de una nueva etapa. Me llena de deseo y empuje para ir aún más lejos. Creo que nuevas puertas se abrirán, confío en ello. "Bésame en la boca" tiene mucho para dar todavía y en mi cabeza ya ronda el próximo disco y un nuevo espectáculo.