Cuando se inicia un nuevo proceso dirigencial ambicioso, como el de la comisión directiva actual de Rosario Central, lo normal es que se necesiten varios años para desarrollarlo y ponerlo en marcha, máxime teniendo en cuenta el descalabro que fue el club por casi 30 años. Realmente asombra ver como en apenas un año y medio ese proceso se acortó notablemente. Hoy tanto en lo futbolístico como en lo institucional Central está viviendo un presente auspicioso, organizado y transparente. En el aspecto futbolístico es indudable que la mano del Chacho tuvo mucho que ver para que en tan poco tiempo el equipo pasara de la intrascendencia total a tener un protagonismo notable y reconocido por todo el mundo del fútbol. No se logró coronar con alguna estrella este primer proceso, de haberlo hecho hubiera sido realmente asombroso. Se estuvo muy cerca pero la mafia organizada de la AFA nos arrebató esa posibilidad. Se arrancó prácticamente de cero, con un cuerpo técnico sin experiencia, con un plantel nuevo y con una gran incógnita como bandera de la esperanza. Sin embargo, con el correr de los partidos vimos por primera vez en muchos años cómo este equipo nos representaba fielmente dentro de la cancha. Esto "no fue magia". Este acortamiento de procesos fue producto de mucho esfuerzo, de muchas horas de entrenamiento duro, muchos doble turnos, muchísimas horas negadas a las familias y sobre todo muchísima identificación con estos colores. Pedirle al Chacho que se quede si o si puede resultar egoísta, aunque él como nadie merece continuar lo que comenzó, pero si su cuerpo y su cabeza le piden otra cosa, sólo quedará despedirnos agradecidos con un cálido y esperanzador "hasta luego", Chacho querido. Gracias por todo.