El argentino César Raúl Rodríguez, de 32 años, fue condenado por la Justicia de España a ocho años de prisión, ya que lo encontró culpable de integrar una célula vinculada al terrorismo islámico.
El argentino César Raúl Rodríguez, de 32 años, fue condenado por la Justicia de España a ocho años de prisión, ya que lo encontró culpable de integrar una célula vinculada al terrorismo islámico.
El fallo fue cuestionado por la familia de Rodríguez, oriunda de Santiago del Estero, que aseguró la inocencia del hombre y calificó la sentencia de "racista y xenófoba".
La condena emitida por el juez Fermín Echarri se conoció ayer y significa que el albañil santiagueño, que emigró en 2012 a España, deberá permanecer preso varios años más, ya que fue aprehendido en junio de 2014.
Rodríguez cayó preso durante un enorme operativo antiterrorista llevado a cabo en España durante el cual se detuvo a personas que supuestamente formaban parte de la llamada Brigada Al Andalus.
La hermana del condenado, Luciana Rodríguez, dijo que para casarse el joven se había convertido al islamismo porque su esposa profesa esa religión, pero rechazó en forma terminante que tenga vínculos con una red terrorista que reclutaba jóvenes.
Para la hermana no hubo pruebas que lo pudieran incriminar directamente con los otros hombres que también recibieron duras penas, por lo que interpretó que el veredicto condenatorio es injusto.
"Como no hay una sola prueba concreta, todo queda en supuesto. Ante la duda, como todo el país está en emergencia, prefieren dejarlos adentro", opinó, en declaraciones a la prensa de Santiago del Estero.
La familia de César Raúl Rodríguez llegó a España en 2001 escapando de la crisis económica de la Argentina. No obstante, decidieron volver en 2010 para huir de la crisis financiera española. El ahora condenado eligió quedarse en Madrid para casarse con su novia.
Rodríguez tiene dos hijas, una de cinco años y otra de tres. Su esposa, Hannan, es una española con ascendencia marroquí. Para contraer matrimonio, el santiagueño, quien hasta antes de conocerla era cristiano, se transformó al Islam.
En el transcurso del proceso judicial que finalizó esta semana, al santiagueño se lo identificaba como Cornelio Ricardo, alias "Cebollero", quien supuestamente tenía contacto con marroquíes que pensaban viajar hacia el norte de Siria para combatir en las filas del Estado Islámico, que controla parte de ese país.
Para la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional española, está acreditado que el argentino era uno de los encargados de reclutar y formar a los futuros combatientes que se sumarían a la yihad o guerra santa.
La Sala dispuso la prisión de Rodríguez y de otros ocho miembros del grupo extremista. Esa sentencia incluyó al líder de la organización, Lahcen Ikassrien, quien estuvo preso en la cárcel de Guantánamo (Cuba) y recibió el castigo de 10 años de prisión por ser el dirigente de la célula y a 1 año y 6 meses de prisión por falsedad en documento oficial.
Rodríguez y otros tres arrestados, los marroquíes Mohamed Khalouk, Abdeslam el Haddouti y Oialae Chergui, estaban en libertad condicional a la espera de la resolución de la sentencia judicial, después de que fueran detenidos en el marco de una operación desarrollada el 16 de junio de 2014.
El juez Echarri explica en su fallo cómo este grupo, encabezado por Ikassrien (alias Hassan), era una "auténtica plataforma de envío de combatientes yihadistas". Así, describe cómo algunos de los nueve acusados ya tenían pensada y planificada su salida de España con dirección a Siria, contextualizando este viaje como motivos laborales.
Para condenarlo, la justicia corroboró reuniones que el argentino mantuvo con otros acusados con el objetivo de trasladarse fuera del país. También compró "material de montaña" junto a otro de los condenados, y "estaba decidido a desplazarse al exterior para hacer la yihad como lo acreditan los documentos incautados en su domicilio", señala la sentencia.
Echarri afirma que todos los miembros de la organización "experimentaron un proceso de radicalización y adoctrinamiento, planificado en distintas fases, en las que en la última, llevada a cabo en diversas reuniones dirigidas por el acusado Lahcen Ikassrien, eran sometidos a un proceso de transmisión de ideas religiosas y políticas justificadoras del ideario y acciones de las organizaciones filiales de Al Qaeda en el conflicto sirio".