El turismo a bordo, navegando en cruceros, crece como alternativa en el mundo, y también en la Argentina. En contrario, los múltiples traslados terrestres, farragosos aeropuertos súper controlados y a la vez peligrosos, para abordar luego aviones incómodos, van desanimando a buena parte de los millones de turistas que viajan por el mundo. En el país, ya son cerca de 200 mil los turistas que cada año eligen tomarse un barco para ir de vacaciones a Brasil, al Caribe o a destinos sofisticados y de acceso terrestre carísimo, como el océano Indico, Madagascar o las fabulosas islas Seychelles.
"El turismo en cruceros crece en el mundo al ritmo del crecimiento general de la actividad, la clave es que pasamos de un público de élite, al público masivo", explicó Maximiliano González, de la compañía Costa Cruceros, a La Capital. La naviera de origen italiano, líder en la operación local -desde Puerto Madero, en Buenos Aires-, celebra en 2017 sus 70 años de vida.
Fue una familia fundadora italiana la que inició la aventura de unir Génova con Buenos Aires, aunque en un principio no para trasladar pasajeros, sino para trasladar el siempre preciado aceite de oliva. En 70 años se transformó en un gigante del negocio turístico, donde el aceite de oliva sólo viaja para aderezar las comidas para los pasajeros en los restaurantes de abordo.
"El costo ahora es competitivo. Incluso hoy un viaje en crucero puede resultar entre 300 y 400 dólares más barato por persona en comparación con un paquete tradicional de avión, alojamiento, traslados y comidas en un resort terrestre con similares servicios", abundó González, gerente de la operación comercial del Costa Cruceros. Que festeja su 70 años en la Argentina ofreciendo descuentos que van de los 200 y hasta 500 dólares por viajero, en la temporada 2018, según el itinerario elegido.
"Se sumó público que por ahí no había viajado por el mundo, o que no le gusta subirse a un avión, o que teme que el turismo internacional terrestre le requiera traslados, manejo de idiomas y demás", explicó el funcionario de la naviera italiana. Se refería a un público con poca tradición de viajes por el mundo, mayoritariamente afincado en el interior de la Argentina. Pero con una robusta capacidad de consumo.
El crucero clásico que ofrece Costa Cruceros es Buenos Aires - Brasil. "Es un buen plan familiar, con entretenimiento para los chicos, en lugares cerrados, seguros, donde los padres se pueden manejar con confianza", abundó González.
Siempre según los operadores del negocio naviero, 2016 fue un año de retracción, pero 2017 se recupera, luego de los años más fuertes que tuvo la actividad, entre 2012 y 2015. Las decisiones de los turistas van ligadas a los movimientos del precio del dólar.
De los cerca de 200 mil argentinos que toman cruceros por año, las compañías que operan desde Buenos Aires atienden el 60 por ciento de esa demanda. El resto del turismo en cruceros en la práctica es combinado: arranca con un viaje internacional en avión y luego se pasa al barco en algún puerto del mundo. "La gran ventaja del crucero es que salís de tu casa –si vivís en Buenos Aires– y a la media hora estás en el puerto de Buenos Aires, te subís al barco, y empiezan tus vacaciones", graficó el gerente de la compañía italiana.
Si bien la industria del turismo en cruceros crece como opción; sin embargo, por ahora no supera el tres por ciento del total de turistas que giran por el mundo año a año.