La noches rosarinas de los fines de semana son elocuentes a la hora de marcar la presencia de cuidacoches. El viernes pasado, mientras decenas de jóvenes formaban fila frente al boliche de Rivadavia y Pueyrredón, a la vista de personal municipal varios trapitos ubicaban a los automóviles que pretendían estacionar en la zona, más que concurrida.
Lo hacían exactamente frente al destacamento de la Policía Comunitaria de parque Norte, exigiendo dinero con absoluto desparpajo y tomando ese ámbito público como propio. Allí, los autos eran incluso ubicados en sectores de parking prohibido, como si nada.
Ese mismo día, pero en horas de la mañana, varios cuidacoches que portaban pecheras color naranja jugaban un "picadito" en el estacionamiento gratuito de Oroño y Estanislao López.
Además, mantenían ocupado gran parte del lugar con sillas, baldes y elementos en desuso a la vista de todos. Incluso, usaban el muy fino tronco de uno de los endebles árboles recién plantados en la zona por el municipio como mástil para hacer flamear una bandera argentina.
Si bien en el "top three" de las zonas plagadas de cuidacoches están Pichincha, Pellegrini y la Estación Fluvial, las mañanas del área de la bajada Sargento Cabral también aparecen como conflictivas.
Esteban es un joven que dejaba su auto allí para ir a trabajar. Estaba habituado a un cuidacoches que permanecía en el lugar y, según su visión, no había tenido problemas con la gente. Sin embargo, un día vio que el sector estaba ocupado por otra persona con la misma intención.
Esteban se sorprendió por el cambio de cuidacoches hasta que encontró la respuesta. El hombre que siempre estaba allí apareció "roto", dijo el automovilista. Estaba ensangrentado luego de haber sido golpeado por quien le quitó su espacio.