Las vacaciones de invierno aparecen justo cuando el frío nos convoca a espantar gripes y resfríos, a renovar la conversación entre amigos alrededor de algún fueguito alentador, o a compartir un libro.
Las vacaciones de invierno aparecen justo cuando el frío nos convoca a espantar gripes y resfríos, a renovar la conversación entre amigos alrededor de algún fueguito alentador, o a compartir un libro.
Las vacaciones de invierno no andan con rodeos. Son las que dividen el año a la hora de los balances. Hay tiempo para remolonear, para hacerle muecas al reloj y decidir qué hacer en esos días sin obligaciones escolares, sin embargo cuánto se podría aprovechar para reacomodar y disfrutar, quizás probando de otras maneras los caminos transitados, ya sea de la mano adulta o de modo independiente.
Una buena manera de iniciar ese recorrido sería con una lectura sin olor a escuela. Elegir un texto, reunirse en torno a él a discutir los aspectos que más gustaron y justificar las apreciaciones; elegir un autor y hacer una tertulia en la que se interactúe dialogando sobre un libro o sobre un autor y sus temas, o un foro virtual alrededor de ese autor, del que se irían pautando temas (para mantener el ritmo de lectura en la red), u otros ejemplos similares.
Todas las edades. Cuántas maravillas se podrían descubrir en ese campo, para todas las edades, en todos los formatos y colores (con o sin imagen) y para todos los gustos. Sólo es cuestión de animarse y hacer un buen recorrido, acompañado o solo. Quizás esa acción derivaría en asociaciones intertextuales interesantes (cine, TV), con las cuales se aprendería a discutir y a valorar la opinión de los otros.
Hay muchas que pueden ser ilustrativas: los clásicos para los más chicos, en cine y TV (Rapunzel, La Bella, Peter Pan, etc.) y para los jóvenes buenas series de policiales de misterio, como la del comisario Montalbano (basada en los libros de Camilleri), o Wallander (basada en la literatura de Mankell) y otros similares llevados al cine.
Pensemos que un niño frente a un texto es como si se pusiera frente a una dimensión infinita, a la que accede gradualmente a partir de pequeñas señales —de las próximas a las remotas—. Ante ese escenario empieza a desentrañar, comparar, a establecer asociaciones, a organizar su propio intertexto lector —clave para su proceso lector— y es en esa dinámica activa y de permanente relación, donde desarrolla y pone en movimiento su pensamiento. Por eso —como siempre decimos— una persona que lee desde temprana edad, mientras activa su pensamiento, desarrolla su imaginación y su fantasía.
Mundo interior. ¿Por qué nos interesa esto? Porque creemos que le ayudarán a construir su identidad y fortalecer su mundo interior. Mediante estas operaciones podrá proyectar sus miedos y elaborar sus propios muros de contención en los momentos de ira o de flaqueza.
Los cuentos clásicos —abrevados en la oralidad— le pertenecen, a través de ellos podrá proyectarse. El periplo del héroe, las pruebas que deberá sortear y la resolución de los conflictos serán un símil que a modo de espejo le permitirán reflejar el formato circular de la vida que deberá transitar.
El canon. Siempre habrá un repertorio, un surtido de textos y de autores. La pregunta clave será ¿por dónde empezar?
Si bien partimos de la arbitraria subjetividad personal a la hora de elegir un título o un autor, se sugiere no dejarse llevar por el impulso del mercado con sus seductoras ofertas ni con las promesas de las góndolas o la mirada inquieta del vendedor, sino pensar reflexivamente en lo que estamos deseando, para quién, para qué y ser un poco egoístas a la hora de decidir, pensando en el receptor, en el disfrute gozoso y la posibilidad de compartir la sugerencia.
En esa decisión, tanto los adultos responsables (padres, bibliotecarios, docentes) se enfrentan a una de las mejores posibilidades, ya que el factor tiempo de las vacaciones invernales juega a favor, para desplazarse cómodamente y optar por uno u otro autor, o título. En tal sentido, se aconseja no amargarse si el título elegido no causó buena impresión, en ocasiones sucede que no fue lo que pensábamos pero al tiempo nos sorprende (descubrimos algo que tiempo atrás no habíamos visto o al revés, ratificamos que ha sido un fiasco).
Consejos prácticos. De cómo aprovechar las vacaciones para incentivar la lectura (en chicos y grandes). Algunos consejos prácticos:
► Leer en voz alta (solo o acompañado).
► Discutir roles, caracterizar personajes, renarrar historias.
► Memorizar poemas (con expresividad).
► No didactizar ni moralizar.
► Leer curioseando, indagando, intentando descubrir enigmas, por capítulos o párrafos unitarios, discutir en foros virtuales o en tertulias interactivas. Pero fundamentalmente, ¡Disfrutar buenas lecturas!
Para no ser injustos y caer en la trampa del olvido, sugerimos recorrer el amplio abanico de autores, desde los clásicos universales a Villafañe, Walsh, Bornemann, Devetach, Roldán, Montes en adelante, destacando el excelente repertorio de voces que con distinto ritmo y color enorgullecen la literatura infantil argentina.
(*) La maestría se dicta en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).