Sin ánimo de tener la bola de cristal, se hacen a continuación algunas sugerencias sobre el cruento conflicto palestino-israelí. Primero: si bien Israel aguantó los cohetes de Gaza durante muchos días y le hizo reiterados pedidos de cese del fuego a Hamas antes de lanzar su ofensiva aérea el 8 de julio, tal vez debió soportar la agresión palestina durante más tiempo. Entonces sí le hubiera podido decir al mundo: "¿Ven? No tenemos alternativa". En segundo lugar, el uso de la fuerza debió ser mucho más medido (como pidió ayer la ONU) y "quirúrgico", aunque esto conllevara menores daños a las estructuras de Hamas y más bajas propias. Hubiera debido limitarse a una operación terrestre solo apoyada por helicópteros, evitando las bombas de los aviones y los obuses de la artillería, que son los que más víctimas civiles causan. En suma, resignarse a tener más muertos propios e infligir al enemigo menos daño, pero evitar quedar como el villano ante la opinión pública internacional. De hecho, una parte de lo que Israel está haciendo en Gaza se puede considerar un crimen de guerra. Por cierto, también entran en esa categoría acciones de Hamas como esconder armas en edificios civiles y religiosos y usar escudos humanos.