"Carlos, la cena está lista, por favor, ¿me ayudás con la mesa y le avisás a los chicos que bajen a cenar ?". Carlos, el papá de una familia tipo de nuestro país, llama a los gritos infructuosamente a Nico, su hijo de 16 años, y a Florencia, su hija de 14 años. Ambos adolescentes no pueden oírlo, están en sus habitaciones sentados frente a sus computadoras, escuchando música, con el facebook abierto, terminado un trabajo para la escuela, y chateando por WhatsApp con sus amigos. Ellos, sólo ellos, son capaces de hacer todo esto a la vez. Carlos decide, entonces, recurrir a su celular y por el grupo de WhatsApp que tiene con sus hijos les envía un mensaje para que bajen a cenar, mientras coloca platos y cubiertos ayudando a su esposa. A los pocos minutos, sus hijos están sentados en la mesa y se aprestan a disfrutar de la sabrosa cena que preparó mamá.
Esta escena, se repite en varios hogares de nuestro país y del mundo. Los avances tecnológicos han abierto varios canales de comunicación de los más variados, con audio, imágenes y videos para compartir.
En otro escenario, un grupo de adolescentes se reúnen y mientras están juntos, cada uno con su celular, está mensajeándose con otros adolescentes, en ese lapso, casi ni se hablan, luego se despiden, llegan a sus casas y corren a la computadora para desde facebook chatear con quienes estuvieron reunidos hace minutos lo que no hablaron porque estaban ocupados con sus celulares, o tal vez porque en el frente a frente, no se animaron a decirse las cosas que si se animan desde las redes sociales.
Esos nativos digitales, son capaces de configurar y utilizar celulares, tablets, y computadoras en apenas 5 minutos, lo que a nosotros los adultos, nos llevaría un par horas por lo menos, sino días.
Para no quedar afuera de este mundo digital, cambiamos el celular, actualizamos las computadoras, nos convertimos a regañadientes en usuarios de redes sociales y hasta tratamos de jugar videojuegos, sometiéndonos a soberanas palizas como las que me dan mis hijos al jugar al fútbol en la computadora o en la play station.
Estamos hiper conectados las 24 horas de los 365 días del año. Los celulares del tipo Smartphone (pronto ya no habrá otros modelos posibles) son computadoras de mano. Las tablets y portátiles desplazan a las computadoras personales, y el teléfono fijo se llena de polvo en las habitaciones. El mail es desplazado por los mensajes de las redes sociales o los de texto y sus variantes como el Whats App; ¿las cartas escritas a mano?, un romántico recuerdo de décadas pasadas.
Son asombrosas las formas de comunicación que disponemos y como mutan, cómo evolucionan, como accedemos a la información con apenas un click y como lasnoticias recorren el planeta en cuestión de segundos. Gracias a las redes sociales, nos reencontramos con amigos de la infancia y la juventud, promocionamos productos y nos contactamos con personas de todo el mundo.
Pero no todo es color de rosa en el uso de las nuevas tecnologías, sobre todo para los adolescentes. Internet y la telefonía celular tiene sus riesgos y no son pocos, hablemos un poco de ellos.
Ciberbullying. El bullying es el acoso escolar que se da entre pares. Históricamente en las escuelas aquellos alumnos que se diferenciaban del resto por alguna característica física o alguna capacidad diferente o rendimiento escolar generalmente superior, eran víctimas de bromas por parte de sus compañeros. Estas bromas si se prolongaban en el tiempo podían llegar a atormentar seriamente a las víctimas, incluso dejar secuelas e ingratos recuerdos de por vida. El bullying se daba en las escuelas, en el club, en la cuadra, en el barrio, pero no todo el tiempo. Sus protagonistas, eran identificados rápidamente y se podía accionar ante ello, desde la institución o desde la familia. Pero cuando hablamos de ciberbullying (acoso con uso de tecnologías), el tema traspasa los muros de las escuelas e instituciones y puede prolongarse las 24 horas y sostenerse en el tiempo hasta atormentar de tal modo a la víctima que esta no tiene prácticamente escapatoria. El daño puede llegar a ser irreparable, los acosadores amparados por la impunidad que da el anonimato detrás de un celular o de un perfil falso de una red social, multiplican su efecto nocivo, su crueldad y sus malas intenciones. La tarea de evitar el ciberbullying es mucho más ardua que la de bullying o acoso tradicional que conocemos. Muchas veces las víctimas callan su sufrimiento y no acuden a los adultos de su entorno para pedir ayuda, y otras veces, los adultos no los atienden ni comprenden como es debido. No son pocos los casos que terminan trágicamente, en nuestro país el tristemente recordado caso de Junior a quien llamaban "Pan Triste" en Carmen de Patagones es uno de ellos. Los adultos tenemos el derecho y el deber de saber con quienes se relacionan nuestros hijos y alumnos, recordemos el mensaje de nuestros padres, "no hables con extraños".
Grooming. Consiste en acciones deliberadamente emprendidas por un adulto con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, al crearse una conexión emocional con el mismo, con el fin de disminuir las inhibiciones del niño y poder abusar sexualmente de él. Los trastornos psicológicos que el grooming causa en las víctimas y su entorno familiar son muy severos y difíciles de contrarrestar. Una víctima de grooming puede terminar abusada psicológica y físicamente, hasta puede ser violada contra su voluntad y hay casos en que terminan víctimas de la trata de personas. Lamentablemente son muchísimos los casos de grooming en nuestro país, y son pocos los que han sido sancionados, debido a que este tipo de delitos aún no está tipificado en nuestro código penal. En la Argentina, un proyecto de Ley al respecto ya tiene media sanción de diputados y ahora está en el Senado para su definitiva aprobación. De todos modos la Ley no evitará que esto siga sucediendo, solo con sensibilización y educación podrá presentarse batalla a este flagelo. Los adultos debemos involucrarnos en el uso de las redes sociales, videojuegos, mensajería instantánea, y demás modos de comunicación. para ello debemos contar además de las herramientas tecnológicas para prevenir los virus, spam, phishing y robo de identidad, de la confianza de los adolescentes para que nos puedan revelar si están viviendo algún tipo de acoso.
Sexting. Se conoce como tal el envío de imágenes con contenidos eróticos o pornográficos a través de medios tecnológicos. Es importante que los adolescentes sean conscientes que esas imágenes que envían una vez que están en la red ya no son mas ni de ellos ni de sus destinatarios iniciales, internet no tiene límites y esas imágenes pueden caer en manos de redes de pedófilos con resultados impredecibles y por demás de desagradables y riesgosos.
Como vemos, los riesgos son muchos y graves, las soluciones no son sencillas, ni mágicas. Debemos tener en cuenta 4 aspectos clave, a saber:
► Conocimiento: debemos perder el miedo a usar las nuevas tecnologías, solo desde el saber y la capacidad de uso podremos comprender que hacen los niños y adolescentes con las mismas y a que se exponen.
► Claridad: nuestro mensaje debe ser claro y preciso, estableciendo normas y límites en el uso de las tecnologías.
► Cercanía: debemos acercarnos de modo de mejorar la comunicación con los adolescentes.
► Confianza: es fundamental el fortalecimiento del vínculo afectivo a través del diálogo y generar con ello la confianza necesaria que permita que los adolescentes nos comenten sus temores, sus riesgos, sus problemas y no recurran a extraños que simulan ser sus amigos detrás de internet y de los celulares.
El desafío es grande, los riesgos y peligros merecen que prestemos atención.
(*) Director del Instituto Superior Zona Oeste. Artículo publicado en la Revista Educación Online 5, publicación digital del Centro de Estudios y Formación para la Excelencia (Córdoba).