El encuentro con el Papa, el anuncio de que el aguinaldo —en algunos casos— no pagará Ganancias y un bono limitado de Navidad evitaron que la CGT le declare el primer paro general a Mauricio Macri. El presidente es el primer mandatario no peronista al que la central sindical de trabajadores no le hace una huelga antes de los 10 meses de gestión. Cambiamos.
Cuando parecían estar dadas las condiciones objetivas para que los triunviros cegetistas les pongan día y hora al paro, la influencia de Francisco se hizo sentir y derramó en diferentes funcionarios de la Iglesia local que mantuvieron contactos fluidos con funcionarios del gobierno, tal el caso del ministró de Trabajo, Jorge Triaca.
¿Cómo llegar al mano a mano con el Papa pendiendo un paro general sobre el cuerpo y alma del jefe del Estado? Esa foto implicaba un problema para Macri, otro para Francisco y le sumaba algún incordio a la CGT. Pero, a no equivocar la lectura: no es seguro que la central sindical pueda evitar una medida de fuerza en el corto plazo ante "la presión de las bases".
El dilema. Algunas cosas cambiaron: una encuesta reciente que fue consumida como pan caliente en el primer piso de la Casa Rosada indica que el 64 por ciento de los argentinos rechaza la convocatoria a un paro. El olfato de los triunviros capta ese perfume. Además, de haberse fijado fecha por estos días sería coincidente con una realidad un poco menos traumática en lo económico que en los meses anteriores de gestión.
Otra barrera módica tiene que ver con la decisión de Macri de hablarles a los caciques sindicales en el idioma que mejor entienden: esto es por plata. El gobierno le liberó a la CGT 30 mil millones de pesos en cash y bonos que formaban parte del dinero retenido a las obras sociales. Al final del camino, no hubo que hacer mayor esfuerzo del lado de Francisco para convencer al triunvirato de la necesidad de levantar campamento a la espera de una mejor oportunidad.
Sin medida de fuerza en el horizonte, Macri pudo llegar con otro talante al encuentro empresario de Idea, un foro empresario en el que talla el círculo rojo de la economía. Ese evento volvió a mostrar cara a cara al presidente de la Nación con el gobernador Miguel Lifschitz. Hasta aquí, Macri y Lifschitz se vieron más veces en 10 meses que Cristina Kirchner y Antonio Bonfatti en 4 años.
El titular de la Casa Gris es uno de los preferidos por los organizadores de Idea, y por eso la presencia de Lifschitz en la mesa presidencial junto a Juan Urtubey y Ricardo Lagos. Es posible, incluso, que antes de fin de año Macri vuelva a visitar Rosario, invitado por el gobernador. "Dos a quererse", se tituló alguna vez desde esta columna.
En el esquema teórico preelectoral de la Casa Rosada, Santa Fe se ubica en una primera línea de interés preelectoral, inmediatamente después de Buenos Aires y por encima de Córdoba.
Aquí, creen los macristas, están dadas las posibilidades de una victoria atento a las dificultades que observan las últimas gestiones del Frente Progresista y a la suma de presidentes comunales provenientes de la UCR que podrían incorporarse a Cambiemos en el turno de 2017. Los radicales, sin embargo, no quieren en su gran mayoría romper las amarras provinciales ni cerrar las ventanillas de su alianza con el socialismo. Esto es lo que tratan de hacerles entender a funcionarios nacionales y al propio Macri.
"Lo importante en las elecciones legislativas es que sumemos diputados para garantizar gobernabilidad. Aunque vayan con el Frente Progresista, lo importante es que se sumen a nosotros en las votaciones", dijo por lo bajo un diputado nacional del PRO, que descree de la posibilidad de una fuga masiva de radicales antes de 2019.
Atrapalotodo. En el mientras tanto, Macri pretende convertirse en un catch all (atrapalotodo) en la provincia de Santa Fe. Le da un rol preponderante a José Corral (el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, visitó esta semana por enésima vez la capital provincial), aceptó tener una relación sin intermediarios con Lifschitz y no se priva de enviar mensajes de seducción a Omar Perotti.
Una frase de Macri dejó sorprendido al gobernador santafesino cuando se despidieron tras una hora de charla en la Quinta de Olivos: "Miguel, tratá de mantener buena relación con José y Omar". José es Corral y Omar es Perotti. A los lectores de esta columna no los debería sorprender. Se escribió aquí más de una vez que un par de funcionarios importantes de Casa Rosada, con despacho en Planta Baja de Balcarce 50, anoticiaron a LaCapital que "al presidente le gusta Perotti".
El jefe del Estado sabe que no será fácil llevar a su redil al peronista rafaelino, pero intenta neutralizarlo para que no participe ni auspicie una lista del PJ a diputado nacional. El que subestima la capacidad de Macri para intentar navegar en aguas políticas se equivoca.
En el sector político del Ejecutivo que pone el zoom en las provincias ya se sabe que Córdoba será un hueso difícil de roer en las legislativas, por más que Macri haya cosechado la mejor diferencia en el ballottage de noviembre de 2015. "Los votos en Córdoba vienen y van. Ganamos por paliza la presidencial, perdimos por paliza las elecciones en Río Cuarto, y podemos perder en 2017 si (José) De la Sota es candidato. El objetivo ahora es Santa Fe", arguyen.
En ese ideario, será fundamental para el macrismo provincial la cuestión de la evolución del tema seguridad. Por lo bajo, algunos dirigentes mascullan bronca por la poca presencia urbana de gendarmes. Se le dio muchísima dimensión y expectativa al desembarco de los agentes federales pero, a diferencia de los operativos que comandó Sergio Berni en 2012 y 2015, hoy es una rara avis el avistamiento de gendarmes en el casco urbano.
Ante esta situación, la Casa Gris decidió concentrar todos los esfuerzos en la seguridad pública. En ese sentido fueron las compras de vehículos y los operativos de saturación, que a veces parecen ser una realidad y otras una quimera.
Como dicen los especialistas, la seguridad, al fin, es el cumplimiento de una suma de rutinas que nunca se deben alterar. Es de esperar que el aumento de patrullajes no haya sido un espasmo frente a los límites que impusieron, impactantes, las dos movilizaciones contra la inseguridad.
En algo coinciden los timbreos de los macristas y las encuestas de los oficialistas santafesinos: la gran petición es por mayor seguridad.