La tendencia a que los chicos aprendan en contacto con la realidad es cada vez más fuerte. El objetivo de las escuelas siempre fue enseñar, pero en los últimos tiempos la idea de que toda la currícula esté atravesada por la formación en la responsabilidad social, solidaria y ciudadana es cada vez más fuerte. Tal vez porque la sociedad lo reclama, tal vez porque los alumnos necesitan otras motivaciones para interiorizar el aprendizaje.
Un nutrido grupo de docentes y directivos se reunió en las jornadas sobre responsabilidad social educativa que organizó la escuela de educación de la Universidad Austral, en Buenos Aires. Allí se debatió sobre el rol de las escuelas en el compromiso ciudadano que abarca puntos como el aprendizaje servicio, las actividades solidarias, la relación con las instituciones del barrio , con los padres y familiares, y la educación en ciudadanía.
Los artículos 32 y 123 de la ley de educación nacional asegura entre otras cuestiones que“los proyectos de aprendizaje-servicio permiten a los estudiantes aplicar los conocimientos adquiridos en las aulas al servicio de necesidades concretas de la comunidad”. Hay experiencias concretas que ya se están desarrollando en el país como las de Scholas Occurentes (Escuelas para el Encuentro) y en Rosario se está aplicando la responsabilidad social nada más ni nada menos que en la escuela que funciona en el Instituto para la Recuperación del Adolescente (Irar).
¿Qué es la responsabilidad social educativa?
Ana María Amarante, profesora de la escuela de educación de la Austral, explicó que el término responsabilidad social proviene del ámbito empresario que intentó que las organizaciones sean más eficaces no sólo en la búsqueda de resultados, sino también en la atención del público interno y externo. “La escuela hoy no puede estar cerrada en sí misma, porque no generaría una educación de calidad. Por el contrario, debe abrirse al medio en donde se encuentra, abrirse a la sociedad”, explicó en diálogo con Más.
“La escuela en esto debe cambiar”, aseguró Amarante porque el mundo cambia y “hay que estar a la altura de nuestro tiempo y ahora los chicos aprenden distinto. Muchas veces se dice que se distraen permanentemente, o que lee poco. En realidad leen menos libros de textos, porque tienen otros recursos para la lectura y desde la escuela hay que plantearse cómo lograr un aprendizaje efectivo con la cultura vigente”, continuó. Y subrayó: “No podemos estar enseñando igual que hace 10 años atrás. Los avances tecnológicos fueron muy grandes y los docentes tenemos que ver cómo los podemos usar en la educación”, acotó.
Amarante explicó que los chicos tienen el mismo proceso de aprendizaje de siempre, pero cambiaron los estímulos y los recursos disponibles. El desafío es saber usarlos. “Tenemos que ver cómo lograr que el chico aprenda, pueda comunicar lo que aprendió, asociar, deducir, comparar, y elaborar lo que recibió”.