Hay dos formas de pensar cómo se ven las cosas cuando azota una tormenta. La primera es hacerlo en el zarandeo del aguacero cuando la percepción funciona pero afectada por el temporal. La segunda es cuando la lluvia ya cedió y los elementos del paisaje empiezan a cobrar forma ante los ojos. Puede intentarse una alternativa adicional que sería pensar las cosas como si siguiera lloviendo. Y preguntarnos cómo veíamos cuando llovía. Y cómo vemos ahora.
Hace siete días el comisario general Hugo Tognoli recibió falta de mérito en el marco de la impactante causa que lo tuvo 15 días detenido. La fiscal Liliana Bettiolo lo acusó de ofrecerle datos a un acusado de narco que se volvió célebre en tres meses, Carlos Andrés Ascaíni, con la finalidad de asegurarle impunidad a cambio de dinero. El expediente penal no había tenido grandes movimientos durante el año anterior a esa pesquisa en cuanto a incorporación de prueba de cargo. Pero un día el tema estalló en llamas en toda la prensa del país. Y el juez Carlos Vera Barros ordenó su detención ese mismo día.
¿Qué llevó en esa circunstancia al juez a pedirle su captura? Una serie de indicios sugestivos que a la luz del resultado actual, cuando ya no llueve, no parecen haber sido trabajados en profundidad. Esos indicios nunca se consolidaron sino que, al revés, languidecieron cuando el ex jefe policial propuso su explicación de las cosas.
En el medio fue exhibido con las manos esposadas, pasó dos semanas preso y quedará maculado por siempre por esa situación. Entre el llamado a comparecer, la indagatoria o la captura se optó por esto último. Así, frente a una elaboración de causa frágil en términos de evidencia el requerimiento fue el más extremo.
No se apunta a si Tognoli nos cae bien, regular o mal sino a si había elementos para detenerlo. En un contexto desapasionado de valoración del caso, ahora que no llueve, parece que no existían. Antes de la decisión judicial las preguntas pasaban por si habría algo más comprometedor que lo ya conocido en los informes pendientes. O acaso algún as en la manga de los investigadores que en forma pública era ignorado.
Nada de eso fue así. En un trámite penal se puede sostener una acusación por lo que hay y no por lo que pueda llegar a surgir. Si en el futuro se descubre que un acusado tiene cinco aviones Concorde en un hangar no está mal que lo desvinculen hoy si en las constancias del presente no tiene nada. Otra cosa es si no aparecen porque no se investigó bien. Pero eso tampoco sería culpa del imputado. A la culpa, precisamente, hay que probarla.
Cosas y cosas. Sin embargo, que no aparezcan pruebas que incriminen en este caso a Tognoli no quiere decir que en este expediente no exploten por todos lados las contraseñas de una relación desmesurada y criminal entre narcotraficantes y fuerzas de seguridad con asiento en la provincia. En las 14 páginas de la resolución de falta de mérito Vera Barros enfatiza en describir el modo en que Andrés Ascaíni, en las escuchas telefónicas, explica a sus vendedores cómo tiene comprado a todo el mundo.
El juez reproduce diálogos que establecen cómo Ascaíni —o al menos quien utiliza su teléfono— paga a "los de Drogas" para que no molesten a los suyos. En el marco de esas charlas se deslizan algunos apodos de personas —por ejemplo, "Beto"— que coinciden con empleados que revistaban entonces en la ex Drogas Peligrosas. O se menta el modo en que Andrés, en intercambios grabados, garantiza a un allegado entre tantos que podría desarrollar su actividad sin obstáculos. "La gente de ahí de Venado, la de los azules, tanto de los puertas verdes, como los federales, los pantalones negros, ninguno te va a molestar", dice esa voz.
Pero más allá de la falta de mérito a Tognoli, la resolución de Vera Barros permite conocer la convicción con que una persona les asegura a sus dealers por teléfono que no deben preocuparse por la policía. Es ocioso, en esas condiciones, preguntarse por qué la persona que habla no tiene antecedentes penales.
Es así como una especie de agobio comunitario se va cimentando cuando hay causas penales que ponen al descubierto estas cosas pero, al final, nadie paga por ellas. Esto no significa que haya que imputar a alguien sin pruebas, pero la contracara es muy desoladora en tanto palpita en todos estos elementos, como si fueran pisadas de elefante, el movimiento de una criminalidad desplegada e impune.
Si el gobierno provincial sintió beneplácito por el falta de mérito a Tognoli, en base al razonable criterio de que no hubo elementos para acusarlo, no debería cambiar de postulado en caso de que otras personas sospechadas resultaran desvinculadas en caso de que los elementos de imputación sean insuficientes o defectuosos. Hace veinte días la Cámara Federal de Rosario revocó un procesamiento dictado a Aldo "Totola" Orozco en 2011 por comercializar drogas. Este hombre es un traficante sin prontuario de Firmat al que no pudieron llevarlo a juicio merced a un trabajo policial tan anormal que el tribunal de alzada, de convalidarlo, habría violentado la ley
Fue el 4 de abril de 2011. Se había ordenado a una comisión policial filmar a Orozco en una transacción de drogas en una plaza de Firmat. Pero por algún motivo la cámara no registró nada y toda la imputación posterior se hizo en base a elementos no respaldados, en un ilegítimo origen investigativo. Los miembros de la Sala A de la Cámara Federal dijeron que esa omisión "en realidad muestra una vez más la absoluta falta de eficiencia y profesionalismo de los funcionarios que actuaron en la investigación, a pesar de ser integrantes de la dependencia policial específicamente creada para esa tarea. Evidentemente entendían que para documentar adecuadamente la conducta del sospechoso era menester filmarlo (precisamente a eso fueron) pero en tal situación es injustificable que no hayan podido hacerlo porque la cámara no estaba encendida".
A estas cosas se refirió el fiscal Eduardo Lago cuando, por las razones que haya tenido, cuestionó a la policía de Drogas Peligrosas de General López en agosto último. Y son las mismas a las que aludió hace diez días Griselda Tessio. La ex compañera de fórmula de Hermes Binner, que fue fiscal federal, habló del hábito de la ex Drogas Peligrosas de instalar lo defectuoso como lo normal. Y de que cosas así hayan sido convalidadas muchas veces por la estructura judicial. "Casos de actas de procedimiento mal hechas, declaraciones testimoniales mal tomadas, actuaciones que no correspondían", ejemplificó.
Son problemas comunes a una dirigencia política común en un territorio común. Se miren antes, durante o después de la lluvia. Los que queden chapaleando en el oportunismo al menudeo y la chicana arrastrarán al resto al vendaval. Mejor salir de la tormenta.